La Declaración Universal de los Derechos del Hombre cumplirá 70 años, pero sus aspiraciones a favor de la dignidad humana y de la paz internacional aún no se han cumplido. ¿Cuáles son los obstáculos actuales para conseguir esas grandes metas?
1. El papel de la Santa Sede en la política internacional. Como cada mes de enero, el Obispo de Roma se reunió con el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano para dar el esperado discurso de Año nuevo, que es una especie de mensaje sobre la “situación del mundo”.
El Papa sabe que él no es el gobernante de las naciones y que no le corresponde interferir en las decisiones de los Estados, pero sí es consciente de que su papel consiste en recordarles el llamado “principio de humanidad y de fraternidad”, que son “fundamento de toda sociedad cohesionada y armónica”. (Discurso, 8 ene. 2018)
2. Hitos en la historia de los Derechos humanos. En este 2018 se cumplen 100 años de la terminación de la Primera Guerra Mundial, cuyo pacto final no pudo garantizar la paz, pues tan sólo 21 años después se inició otra conflagración bélica más destructiva aún.
Para evitar otra gran guerra, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal del Hombre, que propone el respeto a la dignidad de la persona como fundamento de la libertad, la justicia y la paz (cfr. Preámbulo).
Sin embargo, estos derechos, que facilitan el desarrollo integral de todos los seres humanos por igual, sufrieron un cambio de interpretación a raíz de las agitaciones sociales del “sesenta y ocho”, según la visión del Papa Francisco.
De manera, que los derechos humanos se han ido interpretando hasta la contraposición entre ellos y con la cultura de muchos países. En consecuencia, “en nombre de los mismos derechos humanos”, advino el riesgo de instaurar “formas modernas de colonización ideológica” de los más fuertes y los más ricos en detrimento de los más pobres y los más débiles, afirmó el Pontífice.
3. Volver al fundamento de los Derechos Humanos. En los últimos años, los Derechos Humanos se han vaciado de contenido objetivo, porque se ha abandonado la argumentación basada en la dignidad de la persona, y ha sido sustituida en parte por intereses económicos o de poder.
Por eso, Francisco recordó en su discurso que hablar de derechos humanos quiere decir proponer “la centralidad de la dignidad de la persona”, y explicó que hay una “significativa relación” entre el mensaje evangélico sobre la persona y los derechos humanos según el “espíritu de los redactores” de la Declaración de 1948.
4. Los derechos humanos, aún son poco respetados. Con la valentía que le caracteriza para denunciar los grandes problemas de la humanidad, el Pontífice declaró también que, después de setenta años de la Declaración Universal, “duele constatar cómo muchos derechos fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados”.
Francisco constató que hoy los derechos importantes son los más violados, como el derecho a la vida, junto con los derechos a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona. Y esto se debe, no sólo a la guerra o la violencia, sino también a “formas más sutiles”, como sucede en el caso de “los niños inocentes, descartados antes de nacer; no deseados, a veces sólo porque están enfermos o con malformaciones o por el egoísmo de los adultos”.
Epílogo. El desconocimiento y menosprecio de los derechos de las personas son la causa de las barbaries contra la humanidad, según la Declaración de los Derechos del Hombre, la cual propone como solución el respeto de los derechos humanos. Para conseguir esta gran meta, se requiere tanto de medidas civiles como de la formación de la conciencia de cada individuo. Por eso, las religiones que proponen a sus fieles una visión de respeto por el hombre juegan un papel fundamental para lograr la paz.
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