Se cumplen cuatro años del Pontificado de Francisco. Elegido para reformar la Iglesia, es considerado hereje por unos, y para otros es un conservador disfrazado de populismo. ¿Cuál es el verdadero cambio que Francisco ha traído?
1. Las expectativas de reforma durante Cónclave. Una vez que Benedicto XVI renunció al Pontificado romano, los cardenales electores tuvieron un foro oficial (llamado “congregationes”, o sea, ‘reuniones’) para exponer su visión de cómo tendría que ser el siguiente Papa.
En sus discursos, los cardenales electores coincidieron en que el nuevo Pontífice debería llevar a cabo un profundo cambio en la estructura de la Curia romana y en la vida de la Iglesia. Durante su turno, el Card. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, expuso que el siguiente Papa debería hacer que la Iglesia saliera hacia las “periferias” de la existencia humana.
2. Una reforma muy poco comprendida. El nuevo Papa nos ha llevado de sorpresa en sorpresa, empezando por el nombre que eligió, pues nunca antes algún obispo de Roma había tomado el nombre de “Francisco”.
A partir de ahí, los diversos comentaristas, periodistas y hombres la Curia, fueron interpretando los gestos y las palabras del Papa, utilizando sus propios esquemas pero no los paradigmas propios del nuevo Pontífice.
Así, para los que deseaban ver “novedades” en el plano teológico (o sea, abolición del celibato sacerdotal, ordenación de mujeres, comunión a los divorciados vueltos a casar, etc.), interpretaron el estilo nuevo de Francisco, lleno de neologismos, como una señal de una supuesta reforma doctrinal, que rompería con la anterior.
De igual manera, los que identifican la “ortodoxia doctrinal” con fijación terminológica en las “formulaciones pastorales”, en cada gesto del Papa quisieron ver una herejía. Por eso, ni unos ni otros han sabido entender la verdadera reforma de Francisco.
3. Las periferias, núcleo de la verdadera reforma. El historiador inglés, Austen Ivereigh, autor de la primera gran biografía de Francisco, titulada “El Gran Reformador: Francisco, retrato de un Papa radical” (2014), nos da las claves para la auténtica reforma del Papa.
Ivereigh, estudió los escritos de la etapa en que Jorge Mario Bergoglio servía como provincial jesuita y como arzobispo de Buenos Aires, y descubrió que ahí se contenía un programa ambicioso de renovación y de transformación, que ahora están en la base del pontificado de Francisco.
En otro momento, este historiador explicaba que “la verdadera reforma respeta y no cuestiona las doctrinas y tradiciones de la Iglesia, pero busca cambiar el enfoque a una postura más concentrada en las necesidades concretas del pueblo sencillo”.
Siguiendo al teólogo Yves Congar, Ivereigh explica que “toda reforma auténtica tiene su origen en la periferia, y ocurre cuando el centro se abre a esa periferia”. Como en los tiempos de Jesús, que fue acogido primero por los pastores y pescadores de las zonas marginales. (Entrevista de L. J. Moxó)
La verdadera reforma del Papa argentino consiste en llevar la fe sencilla del Pueblo de Dios a las grandes estructuras pastorales de la Iglesia. Se trata de una revolución pastoral (el Papa es un nuevo Francisco de Asís), pero no de una revuelta teológica (Francisco no es otro Lutero).
Por eso, Francisco evangeliza las periferias de la existencia (los indígenas, los migrantes, los desempleados, los divorciados, etc.), para desde ahí llevar el mensaje cristiano de misericordia al resto de la Iglesia.
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