¿Por qué nuestra sociedad valora más el rescate financiero que el rescate de migrantes, o les niega oportunidades a los presos, como si únicamente ellos cometieran errores? Francisco da una respuesta a esta crisis social.
1. Dos eventos con impacto social. El Papa fue protagonista esta semana de dos acontecimientos que han señalado de nuevo las deficiencias de la sociedad para integrar tanto refugiados como a los presos.
El primero fue una audiencia concedida a los participantes del tercer encuentro mundial de los Movimientos Populares, en la que el Pontífice habló con fuerza del tema de la migración y los refugiados. (aciprensa.com, 5 nov. 2016)
El otro fue el Jubileo de los Encarcelados, con motivo del Jubileo de la Misericordia. El Papa Francisco reunión a un millar de presos procedentes de cárceles de 12 países del mundo, que fueron trasladados expresamente a Roma para asistir al oficio religioso, tras un largo proceso burocrático. (elmundo.es, 6 nov. 2016)
En ambos casos, Francisco hizo ver que negar recursos para ayudar a estas personas, mientras que se atienden con diligencia situaciones económicas, da la apariencia de una sociedad sana, cuando en realidad ese hecho muestra la crisis social. Por eso, la llama “hipocresía”.
2. Bancarrota de la humanidad. Ante los representantes de los movimientos populares, Francisco recordó el dolor de los migrantes que le ha tocado ver personalmente en Lampedusa y Lesbos, donde pudo “sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron.”
El Papa denunció que la sociedad actual busca salvar a los bancos de la bancarrota, pero no destina recursos para ayudar a los migrantes: “¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?”
3. La cárcel de la ideología. Francisco ha visitado varias veces a detenidos, en Italia y en el extranjero. Este domingo, se salió del texto preparado para recordar: "Cada vez que voy a un prisión, me pregunto por qué ellos y no yo, todos tenemos la posibilidad de equivocarnos".
De este modo, el Papa alertó de los “esquemas ideológicos” o “las absolutas leyes de mercado” que “aplastan a las personas” porque –según acotó después– “no se hace otra cosa que estar entre las estrechas paredes de la celda del individualismo y de la autosuficiencia, privados de la verdad que genera la libertad”. (prensa.com, 6 nov. 2016)
El Pontífice aprovechó su homilía para llamar la atención sobre “una cierta hipocresía lleva a ver solo en vosotros personas que se han equivocado para las que el único camino es la cárcel. No se piensa en la posibilidad de cambiar de vida, hay poca confianza en la rehabilitación".
Eso resulta una hipocresía porque “se olvida que somos todos pecadores y que a menudo somos prisioneros sin darnos cuenta de ello” dijo el Sumo Pontífice, que denunció las "contradicciones" de una sociedad que prefiere "señalar con el dedo" a los encarcelados. (infobae.com, 7 nov. 2016)
Para salir de esta hipocresía se requiere una solución compleja sin duda, pero la vía apunta a dar oportunidades a los marginados, más aún se requiere poner las condiciones sociales para que estas personas puedan aspirar a una nueva vida.
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