Terminó el Ramadán con una cifra enorme de víctimas mortales producidas por el Estado Islámico, que asesina por igual a cristianos y a musulmanes. El terrorismo islámico no tiene nada que ver con las religiones, pero parecer al Islam como el origen de la violencia.
1. Un mes de atentados. El pasado 4 de julio terminó el Ramadán, que es el noveno mes del calendario musulmán, y en el que los musulmanes piadosos practican el ayuno diario, desde el alba hasta que se pone el sol. Concluyó así un mes de atentados del Estado Islámico (Daesh, acrónimo original) que dejó una cifra peor que la del Ramadán de 2015.
El periodista de Le Monde, Jean-Pierre Filiu, explica que el Daesh había amenazado al mundo con una ola de terror sin precedente durante este Ramadán, pues mediante las repetidas matanzas este grupo terrorista “espera imponer a los musulmanes su visión totalitaria de un Ramadán de sangre, cuando el mes de julio está marcado por el islam como de solidaridad y piedad durante su principal celebración religiosa” (Milenio.com, 5 jul. 2016).
2. Musulmanes asesinados por “infieles”. El pasado domingo 3 de julio, un suicida del Daesh detonó explosivos que mataron a más de 200 civiles chíitas y dejaron más de 135 heridos, en un barrio de Bagdad (Irak).
Se trató de un coche bomba, cargado de explosivos, que fue detonado en una importante zona comercial. Entre las víctimas hay niños y mujeres, que estaban realizando sus compras para la festividad del Eid al Fitr (por el final del ayuno), con la que se culmina el mes sagrado del Ramadán. (Milenio.com, 4 jul. 2016)
En una vigilia de oración por las víctimas, el Patriarca caldeo (católico) Louis Raphael explicó que el terrorismo “no tiene nada que ver con la religión”; en cambio, sí “puede ser vinculado a los juegos políticos que permiten matar musulmanes, cristianos, mandeos y yazidis como ‘infieles’.” (Vatican Insider, 8 jul. 2016)
3. El terrorismo islámico usa la religión como pretexto. Viene bien aquí recordar unas palabras del Patriarca copto ortodoxo, Tawadros II, pronunciadas al inicio de este año. El terrorismo, dijo, “no distingue entre cristianos y musulmanes”.
Explicó que cuando el terrorismo se alimenta de ideologías religiosas, golpea indistintamente a todos los creyentes en Dios, fomentando los conflictos sectarios, en los que las personas se matan por “dinero” o por hacer prevalecer “sus propios intereses”. (Vatican Insider, 8 ene. 2016)
4. La responsabilidad de Occidente. Hace unos días (6 de julio), se publicó el “Informe Chilcot” sobre el papel del Reino Unido en la Guerra contra Sadam Hussein, en 2003. Entre otros aspectos, el documento sostiene que este país sumó a la invasión de Irak, “antes de agotar todas las opciones pacíficas”. (BBC, 6 jul. 2016)
El reporte hace ver que el caos que surgió al caer el régimen se convertiría en tierra fértil para que musulmanes radicales y los ex-generales de Hussein concretaran una popular idea entre los extremistas: crear un califato al estilo Edad Media, el ahora Estado Islámico de Irak y Siria. (Apuntes globales, 8 jul. 2016)
El Daesh tiene objetivos políticos y económicos, pero los disfraza de religiosidad. Este grupo tiene su origen en una guerra con fines petroleros, pero presenta la “guerra santa” (yihad) como su meta.
Así salen derrotados dos grupos inocentes: los ciudadanos que son víctimas de los atentados, y los creyentes musulmanes que son tachados de fanatismo, cuando en realidad también son víctimas de la falsa imagen del Islam proyectada por el Daesh.
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