Los hermanos Santos, Brian a la izquierda y David vistiendo uniforme militar. Imagen cortesía de Brian Santos.

La vida de un experto en inteligencia militar da un vuelco en una confesión: “¡Quiero ser soldado de Cristo!”

22 de junio de 2024

El camino de David hacia Cristo comenzó cuando salió con una chica que le llevaba regularmente a Misa. Se integró al grupo juvenil de la parroquia y conoció a un sacerdote llamado Anthony Bico, que tendría un profundo impacto en la vida del joven. "El P. Tony es sin duda quien me enseñó a amar a Jesús", recuerda.

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El especialista en inteligencia militar de Estados Unidos David Santos patrullaba en Irak en 2005 cuando una bomba colocada al borde de la carretera explotó junto a su vehículo. Los artefactos explosivos improvisados (IED) fueron una gran amenaza durante esa fase de la guerra en Irak, matando e hiriendo a innumerables soldados. Observar e impedir el paso de los insurgentes que colocaban estas bombas al borde de la carretera era el núcleo de la misión de su equipo.

 

Eran miembros del 173º Destacamento de Vigilancia de Largo Alcance, una unidad con un historial de recopilación de inteligencia sobre las fuerzas de la oposición, a menudo detrás de las líneas enemigas, desde la distancia. La evolución del conflicto en Irak forzó a que los del 173º entraran en contacto mucho más estrecho con el enemigo, lo que aumentaba el riesgo. Lo inesperado era habitual para el equipo de seis hombres al que estaba asignado David. En cualquier momento podían caer bajo fuego hostil, encontrarse en una emboscada o sufrir la explosión repentina de una bomba al borde de la carretera junto a sus Humvees mientras circulaban por una carretera.

 

Una llamada silenciosa

 

El veterano de guerra David Santos (abajo a la izquierda) con su equipo del 173º batallón.

 

Pero ya antes de que él y su hermano gemelo, Brian, se alistaran en el ejército tras el 11-S, David Santos sentía que había venido a la Tierra con un propósito. Sus padres, que eran inmigrantes portugueses en Estados Unidos, no eran creyentes fervorosos, aunque mantenían algunos objetos e imágenes religiosas en casa.

 

El camino de David hacia Cristo comenzó cuando salió con una chica que le llevaba regularmente a Misa. Se integró al grupo juvenil de la parroquia y conoció a un sacerdote llamado Anthony Bico, que tendría un profundo impacto en la vida del joven. "El p. Tony es sin duda quien me enseñó a amar a Jesús", recuerda.

 

Fue mientras se confesaba con el p. Tony -"mi primera vez en mucho tiempo"- que este le preguntó a David qué quería hacer con su vida. Sin saber cómo ni por qué… "recuerdo haber dicho: «Quiero ser un soldado de Cristo». Y mientras decía esto, pensé ¿qué significa eso? Sabía que quería ser soldado porque había ocurrido el 11 de septiembre y estaba pensando en el ejército en ese momento. Pero también había tenido este resurgimiento en la fe y así en mi cabeza estaba presente esto de ser soldado … soldado de Cristo. Entonces, el padre Tony me mira y dice: «Eso suena como a ser sacerdote» … y le repliqué: «Padre, usted sabe que tengo novia. No me interesa». Nunca lo había siquiera pensado hasta ese momento".

 

Un pie en este mundo y el otro en "una vida diferente"

 

 

Pero el ejército seguía siendo el objetivo y con su hermano Brian buscaron la mejor alternativa para servir a su país. Fue así como un amigo de la familia orientó a David y Brian Santos para que se alistaran en el 173º. Empezaron a entrenarse y finalmente los desplegaron en Irak.

 

Cuando terminó su servicio en el ejército, David y su hermano regresaron al hogar familiar. Retomó la universidad, pero la inquietud por su verdadera vocación no había hecho más que intensificarse. Los viernes por la noche en lugar de salir con sus amigos, volvía a casa y se duchaba para poder ir a Newark "a ayudar al padre Tony a celebrar la Misa [del sábado por la mañana] de las Misioneras de la Caridad. Era como si tuviera un pie en una vida, y otro que empezaba a abrirse camino en una vida diferente".

 

Reconoce que su entrega a Cristo fue algo gradual e incluso cuando entró al seminario, no lo veía solo como algo a discernir. De igual forma su familia quedó estupefacta cuando David se los dijo. Hubo preguntas y objeciones, muchas más que cuando él y Brian habían anunciado que se alistarían en el ejército. Su padre estaba especialmente descontento. Incluso a Brian, que había abrazado la fe católica gracias a David, le pilló por sorpresa. Cuando la hermana de David le preguntó por qué tenía que ir al seminario, él simplemente respondió: "El mundo es un lugar ruidoso, y necesito oír a Dios decirme lo que quiere que haga".

 

"Soldado de Cristo"

 

 

El sacerdocio del padre David ha resultado ser un regalo para toda la familia y así lo destaca su hermano… "Es un hermoso movimiento del Espíritu Santo en nuestra vida. Nos ha ayudado no solo a estar más unidos como familia, sino que creo que el fortalecimiento de nuestra fe también nos ha unido en esa experiencia", destaca Brian.

 

Por su parte el padre David, resume su propia experiencia con sencillez: "¡Me encanta ser sacerdote!".

 

Han pasado doce años desde su ordenación sacerdotal. En 2022, lo nombraron párroco de la iglesia de Santiago Apóstol en Springfield, Nueva Jersey. Su nuevo trabajo significa lidiar con asuntos de mantenimiento, personal y finanzas, tareas que abraza; pero su enfoque central sigue siendo su misión sacerdotal. "Estás destinado a guiar a la gente, a dirigirla, a amarla, a trabajar con ella, a servirla… similar a un soldado que está sirviendo a la gente de vuelta a casa en su despliegue", comenta.

 

El padre David pudo confirmar de forma dramática cuán real era que sería un soldado de Cristo la víspera de su ordenación. Es tradicional que un nuevo sacerdote reciba su cáliz como regalo de la familia o benefactores o, como en el caso del padre David, que elija un cáliz antiguo, por ejemplo, uno donado por una parroquia o un sacerdote jubilado. Esto último es lo que eligió el padre David.

 

Recuerda perfectamente cuando fue al seminario a elegir su cáliz. Había cuatro o cinco sobre una mesa. Uno de los cálices le llamó la atención porque había sido renovado recientemente. "Era bonito, brillante, hermoso. Y normalmente, lo que ocurre es que cuando alguien ofrece un cáliz a un sacerdote, inscribe en la base 'en memoria de' o 'en agradecimiento por', etcétera".

 

 Imagen es recreación

 

Sin dudarlo pidió ese cáliz y, curioso, se fue directo a leer la inscripción. Cuando la vio, casi se le cae el cáliz del impacto... "Allí estaba escrito: Soldado de Cristo", confidencia, todavía asombrado por ver "cómo Dios puede obrar de forma tan creativa, tan íntima y personal en nuestras vidas".

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