Ha fallecido Sante Babolin: el sacerdote que se convirtió en exorcista tras media vida enseñando Filosofía

02 de febrero de 2023

Sacerdote, profesor de Filosofía y, en los últimos años de su vida, exorcista de la Iglesia en Padua, estaba convencido de la necesidad de este ministerio.

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El pasado 1 de febrero falleció en Padua (Italia) el sacerdote Sante Babolin, conocido en los últimos tiempos por su dedicación al ministerio del exorcismo, que le fue encomendado por su obispo diocesano en el año 2006 (llegando a ser el coordinador de los exorcistas de su Iglesia local), y que desempeñó hasta 2019.

 

Sin embargo, fuera de Italia ha sido menos conocida la trayectoria académica de don Sante, que nació en 1936 y fue ordenado presbítero en 1962. Poco después de su ordenación fue enviado a Roma para estudiar Filosofía en la famosa Universidad Gregoriana, aunque amplió sus estudios en París y Lovaina. Entre 1965 y 1972 dio clases en el Seminario Mayor de Padua, y tras doctorarse ese último año, se convirtió en profesor de la Gregoriana.

 

Un exorcista conocido

 

 

Un sacerdote con tal bagaje intelectual (y que llegó a fundar una fraternidad contemplativa para curas), tras su jubilación como docente universitario, dedicó los últimos años de su ministerio, por mandato de la Iglesia, a la liberación de las personas afectadas por la acción extraordinaria del demonio.

 

En Portaluz ha aparecido en varias ocasiones, como puede comprobarse revisando la hemeroteca. En el año 2014 publicó una entrevista en la que el sacerdote italiano afirmaba que “el diablo quiere confundir la razón porque así aplasta nuestra libertad”. Poco después recogía unas declaraciones del exorcista sobre la importancia de la Virgen María en la lucha contra el mal, contando un caso en el que la invocó con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe.

 

En 2015, Portaluz publicó una nueva entrevista a Sante Babolin. Breve, pero muy sustanciosa, ya que en ella advertía especialmente a los jóvenes y a las familias sobre el peligro del espiritismo, sobre todo cuando está camuflado tras juegos aparentemente inocuos. En otra entrevista del mismo año habló sobre la importancia de la santidad (que se basa en “el apego a Cristo, único exorcista”) y sobre cómo el diablo odia el amor humano, el matrimonio y la familia, entre otras reflexiones interesantes.

 

Una consideración rigurosa del exorcismo

 

 

En el mundo contemporáneo –e incluso en amplios sectores del propio catolicismo– se da con frecuencia la idea de que tanto la existencia de los demonios como seres reales como su capacidad para “poseer” cuerpos humanos y la respuesta orante de la Iglesia –el exorcismo– son ideas supersticiosas y precientíficas de un pasado a superar. Sin embargo, una figura como la de Sante Babolin, docente de Filosofía, muestra la seriedad de unos planteamientos que responden a una visión de la realidad que incluye la razón y la fe revelada.

 

Precisamente, algunas de las apariciones más destacadas del sacerdote recién fallecido en los medios de comunicación surgieron a raíz de su publicación del libro L’esorcismo. Ministero della consolazione (Edizioni Messaggero Padova), cuya primera edición data del año 2014. El propósito de su obra, según él mismo confesaba en el prefacio, era sencillo: “después de haber ejercido el nuevo ministerio a tiempo completo y durante más de 7 años, comparto con mis hermanos exorcistas mi experiencia y mis reflexiones”.

 

En el índice del libro se aprecia un interés por presentar de forma sistemática los asuntos relativos al demonio y el exorcismo, frente a muchos tratamientos superficiales y quizás sensacionalistas. Por eso, en una breve introducción el autor enmarcaba el tema en la fe católica y en la liturgia de la Iglesia. De ahí pasaba a abordar, en los primeros capítulos, la cuestión antropológica, profundizando en algunos núcleos básicos: el ser humano como creatura, su composición de alma y cuerpo, el origen del mal, la libertad, la redención, la enfermedad y el pecado.

 

El exorcista, centinela y defensor de la Iglesia

 

 

Es muy interesante el enfoque que emplea el sacerdote a la hora de analizar el fenómeno de las “nuevas religiones”, sectas y New Age: no se limita a un tratamiento descriptivo de lo que supone en la historia y en nuestra cultura actual, sino que señala la forma en la que debe afrontarlo el exorcista, quien “también realiza en la Iglesia un servicio profético: como centinela, debe vigilar la comunidad cristiana y, cuando descubre que sus enemigos la dañan, debe advertirla y colaborar en su defensa”.

 

Dando un paso más, Sante Babolin presenta su propia “metodología y protocolo” a la hora de desempeñar el servicio eclesial del exorcismo, según su experiencia personal. Lo hace con la convicción de que “el pueblo de Dios tiene necesidad de este ministerio: los sufrimientos que afligen a tantas personas son enormes; se trata de hermanos en la fe que no se pueden ignorar o defraudar”. Para ello, da las pautas para distinguir entre lo psiquiátrico y lo espiritual, y expone los pasos que sigue en cada caso concreto de petición de ayuda: escucha, acompañamiento conjunto, rito de liberación (sin la fórmula imperativa del exorcismo) y, sólo para los que están poseídos, el rito del exorcismo como tal.

 

Una llamada a la solicitud pastoral

 

La conclusión del libro le sirve al autor para subrayar la urgencia de “una particular solicitud pastoral, solicitud que se espera hallar en todo sacerdote, pero que debería obrar sobre todo en los pastores de almas”, aludiendo así concretamente a los párrocos. Sí, es cierto que se trata de un sector “delicado” de la acción pastoral, pero por eso mismo debe afrontarse, por parte del sacerdote, con normalidad y equilibrio, sin excesos ni defectos.

 

Por ello, Sante Babolin insiste en cuidar, en la pastoral ordinaria de las comunidades cristianas, el ministerio de la consolación –precisamente es el subtítulo de su libro– y el acompañamiento espiritual, de manera que se incluyan, junto a dicho acompañamiento, la escucha y la catequesis.

 

En su última página, el sacerdote y filósofo italiano recién fallecido ha dejado el mejor testamento espiritual, llamando a “estimular a la persona que sufre por perturbaciones del alma a participar en la vida de su comunidad de pertenencia, al menos en las acciones litúrgicas, empezando por la Misa dominical”, frente a “la inclinación de encerrarse en la propia perturbación y de aislarse”.

 

Efectivamente: el diablo es quien siembra la división y la separación; es el enemigo de toda unidad y comunión, de toda fraternidad. Por eso Sante Babolin insiste en el compromiso comunitario de cada creyente como una forma de luchar contra el mal: “una persona que no tiene relaciones es como una planta que crece en tierra árida”, mientras que “el cristiano, que quiere ser un discípulo diligente de Jesús… une a la fe en Dios un empeño precavido y responsable, recurriendo oportunamente a los medios puestos a disposición de su comunidad y también a las ciencias y técnicas humanas”.

 

 

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