Los testigos de Jehová y su “Conmemoración de la muerte de Jesús”: engaño bíblico, aberración y señuelo para la captación

28 de marzo de 2024

Millones de personas acuden a un “evento anual” que sirve para el proselitismo de una secta que deforma y manipula la figura, las palabras y los hechos de Jesucristo.

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El pasado 24 de marzo, Domingo de Ramos –el día de inicio de la Semana Santa para la Iglesia católica y otras confesiones cristianas–, también fue una jornada significativa para los testigos de Jehová. Millones de personas en todo el mundo recibieron en mano durante las semanas anteriores una invitación donde podía leerse: "Conmemoración de la muerte de Jesús". Así, la secta ha mostrado una imagen que busca ser asociada, de forma popular, al cristianismo. Sin embargo, los contenidos y formas de este mismo evento demuestran que nunca ha tenido nada que ver con lo que celebran los creyentes en Jesucristo.

 

Toda una campaña de comunicación

 

 

Para hacernos una idea de la importancia que dan los testigos de Jehová a esta conmemoración, basta con acudir a las estadísticas oficiales que publica el movimiento con periodicidad anual. En ellas, junto al recuento de todos sus miembros se ofrece siempre la cantidad de personas que han asistido a la "Conmemoración de la muerte de Jesús" en todo el mundo, queriendo mostrar así, en cierta manera, la capacidad de influencia que tienen o el número de simpatizantes, más allá de los adeptos bautizados.

 

El informe correspondiente al año 2023 da la cifra de 8.816.562 testigos de Jehová, que se reúnen en 118.177 congregaciones (agrupaciones de carácter local) presentes en 239 países y territorios. A la "Conmemoración", por otro lado, asistieron 20.461.767 personas. Es decir: entre todos los que se reunieron en el atardecer de la primera luna llena de primavera del año 2023 para la celebración de la secta, se contaron 11.645.205 asistentes no-testigos de Jehová.

 

Así puede entenderse la importancia que le dan a esta convocatoria como gancho proselitista y la campaña que llevan a cabo no sólo a través de las invitaciones personales en papel –que entregan en mano o dejan en los buzones de las viviendas–, sino también con el envío de notas de prensa a los medios de comunicación. En las semanas pasadas hemos podido ver en todo el mundo cómo se divulgaba la "Conmemoración" con todo detalle, país por país. En la página web de la secta ya está anunciada la fecha del próximo año: será el 12 de abril de 2025.

 

¿En qué consiste?

 

 

En la publicidad que reparten los testigos de Jehová se indica que el evento dura "alrededor de una hora". En ocasiones se celebra en el propio Salón del Reino, como acostumbran a nombrar sus locales de reunión; pero otras veces -para dar realce al evento- lo celebran en espacios más amplios que no forman parte de la organización: hoteles, auditorios privados o espacios públicos; incluso en recintos de universidades, como hemos visto este año en España.

 

También aclaran que la entrada es gratuita, sin colectas durante el evento, y recomiendan vestirse "de manera digna y modesta". Así resumen el contenido del encuentro: "Al principio de la reunión, se canta una canción y un testigo de Jehová hace una oración. Después se presenta una conferencia, basada en la Biblia, que nos recuerda la importancia de la muerte de Jesús y cómo nos beneficia lo que Dios y Cristo han hecho por nosotros. Al final, se vuelve a cantar y se hace otra oración".

 

Cabe mencionar que -según denuncia el ex testigo de Jehová Paul Nabill Villalta Miranda (pulse para leer en Rel) - el conjunto de libros que los testigos de Jehová llaman 'Biblia', es "una traducción falseada, realizada por quienes no tienen la más mínima preparación para llevar a cabo tamaña tarea, constituyendo ella una auténtica aberración". 

 

Pan y vino como "emblemas"

 

 

Los testigos de Jehová insisten en que organizan este evento para cumplir el mandato de Jesús en la última cena: "sigan haciendo esto en memoria de mí" (su peculiar traducción de Lc 22, 19). Por esta razón mantienen la fecha de la Pascua –la primera luna llena de primavera, aunque no siempre coincide con el cálculo de los judíos–. Y por eso realizan un signo, después de la conferencia bíblica: en una mesa del lugar donde se celebra la "Conmemoración" hay unas bandejas con pan ázimo y unas copas de cristal con vino tinto.

 

¿Algo semejante a la Misa católica o a la Cena del Señor protestante? Nada de eso. Ya lo aclaran los propios testigos de Jehová al decir que "el pan sin fermentar y el vino tinto que se usan durante la Conmemoración son símbolos que representan el cuerpo y la sangre de Cristo. No se transforman milagrosamente en su cuerpo o sangre literales, como piensan algunos".

 

De esta forma, llaman "emblemas" al pan y al vino. Se trata de meros símbolos. Por eso se entiende que, en sus publicaciones, insistan en que su reunión anual "no es un sacramento ni se trata de una práctica religiosa que conceda algún don especial como el perdón de pecados".

 

Lo que más llama la atención es que, en un momento determinado, se pasen las bandejas y las copas entre los asistentes a la "Conmemoración", de uno a otro. Pero sin tomar ni el pan ni el vino. ¿Por qué? Porque sólo pueden hacerlo "los que han sido llamados de una manera especial por Dios", los que "reinarán con Cristo en el cielo". Y, como es característico de la doctrina de la secta, que hace una lectura fundamentalista de la Biblia, "sólo 144.000 personas tendrán ese honor". El resto de los testigos de Jehová "tiene la esperanza de ser parte de 'una gran muchedumbre' que vivirá para siempre en la Tierra".

 

Una manipulación consciente del texto bíblico

 

 

Pero si los testigos de Jehová efectúan una lectura fundamentalista –es decir, literal– de la Biblia, ¿por qué no interpretan también literalmente las palabras de Jesús en la última cena sobre el pan y el vino que se recogen en el Nuevo Testamento? La respuesta no está sólo en que, según su propio interés, la lectura sea al pie de la letra en algunas ocasiones y metafórica en otras. Sino que se han encargado de hacer su propia "traducción" de la Biblia que, en realidad, en muchos versículos, supone una manipulación de los textos originales.

 

Se llama Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras y ha sido elaborada y publicada por la secta. Así presenta las palabras de Jesús en la cena pascual con sus discípulos: "Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo". De este modo, se acaba con cualquier rastro de identidad entre el pan y el Cuerpo de Cristo: "el pan fue un símbolo de la carne de Jesús, no la carne misma". Su peculiar traducción "comunica la idea correcta", aseguran.

 

Los manuscritos griegos de los evangelios contienen la forma verbal "estin", que significa, literalmente, "es". Lo que hacen los testigos de Jehová en su versión es manipular conscientemente el sentido de lo escrito para adaptarlo a su propia enseñanza, que detesta cualquier posibilidad de presencia real de Cristo en las especies eucarísticas (el pan y el vino). Por eso emplean el verbo "significar", que expresa simbolismo o denotación, pero nunca identidad (lo que sí hace el verbo original, el verbo "ser").

 

Un rechazo visceral de la cruz

 

 

Por otra parte, los testigos de Jehová destacan por su rechazo, desde hace décadas, del signo de la cruz. Sin embargo, se consideran los verdaderos –y únicos– cristianos. La argumentación que emplean para este rechazo es la siguiente, según su propio resumen: "la Biblia nos deja ver que Jesús no murió en una cruz, sino en un madero, o palo vertical". Y esto lo podemos ver en todas sus publicaciones, en las que tanto Cristo como los malhechores crucificados a su derecha e izquierda aparecen con los brazos sujetos, por encima de sus cabezas, a un solo palo vertical clavado en la tierra.

 

Como sucede con las palabras de Jesús en la última cena, hacen toda una serie de piruetas léxicas y gramaticales para hacer equivaler el término griego "staurós", que es el que aparece en el texto bíblico, al concepto de "un palo o estaca derecha". No sólo eso: la secta insiste en que "la Biblia nos da razones para concluir que los cristianos no deberíamos usar la cruz para adorar a Dios", ya que implicaría el uso idolátrico de un signo pagano.

 

Sin embargo, la historia nos muestra que la secta sí empleó el signo de la cruz en sus inicios, aunque ahora oculte esa realidad a sus adeptos. Y lo hizo hasta 1930, tal como puede observarse en las publicaciones anteriores a su rechazo ideológico (o, más bien, para distanciarse del cristianismo y rechazarlo en su conjunto). La utilizaba, habitualmente, en una composición que sitúa la cruz introduciéndose por el interior de una corona real.

 

La voz de los supervivientes

 

 

Vanesa Prieto fue testigo de Jehová hasta su adolescencia, y recuerda que "para hacer que la celebración tuviese otra magnitud, en lugar de ir al Salón del Reino (donde nos reuníamos habitualmente), lo hacíamos en un teatro, y esto le daba dignidad al acto". Se trataba de un acontecimiento importante: "era el momento de renovar el vestuario o de comprar algo de ropa para la ocasión. No celebrábamos nada tradicional –pagano–, pero teníamos nuestras ‘ocasiones especiales’ para ponernos guapos".

 

"Se vendía la conmemoración al gran público como un evento abierto, en el que todo el mundo podía ver una representación de la última cena de Jesucristo, y se invitaba masivamente a conocidos, vecinos, etc. A menudo había curiosos que venían. Los veíamos muy fácilmente porque los ‘hermanos’ nos conocíamos entre nosotros y una cara nueva se hacía notar ipso facto", comenta esta ex testigo de Jehová española a Portaluz. Y añade: "el hecho de cambiar de lugar, de reunirnos con más ‘hermanos’, de vestirnos para la ocasión y de haber hecho campaña a nuestro alrededor para invitar a otras personas, le daba al evento mucho caché".

 

Mikel Nájera también abandonó la secta, y explica cómo "cada congregación hace una conmemoración", con una campaña publicitaria anterior cuya consigna principal es: "hay que invitar al máximo número de personas para que vengan". Por eso, lamenta que con este acto "se capta a muchas personas".

 

La experiencia de un conocido sacerdote...

 

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