Mary, una hermana “de la Misericordia” al servicio de los niños de Dios

01 de octubre de 2022

"En la vida religiosa, no es necesario planificar con antelación", dice la hermana Mary Rafqa. "Aprendes a estar abierta a lo que Dios pueda pedirte".

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"Qa-dee-shat a-lo-ho, qa-dee-shat ha-yel-to-no, Qa-dee-shat lo-mo-yoo-to. It-ra-ham 'a-lain. Pregúntale a un católico maronita y te dirá que la cita anterior es la oración siríaca que se canta en la misa y que has memorizado desde pequeño. Está arraigada en ti, como puedo decir que lo estuvo mi fe gracias a mis padres libaneses”, nos confidencia desde Estados Unidos la hermana Mary Rafqa Boulos; y prosigue...

 

“Nací y crecí en Ohio con mis padres inmigrantes, por lo que tanto la fe católica maronita como la cultura libanesa desempeñaron un papel importante en mi formación. A pesar de mi participación y actividad en mi parroquia, nunca consideré la idea de una vocación a la vida religiosa hasta que fui adolescente. Recuerdo que asistí a un retiro de jóvenes y hubo una discusión sobre la Vida Religiosa y salí de allí pensando: «Bueno, supongo que podría ser una posibilidad que Dios me llame a ser una Hermana...» y en el momento en que ese pensamiento vino a mi mente, inmediatamente dije: «No, no lo creo, quiero casarme y tener una familia». Pero ese pensamiento resonó interiormente y a lo largo de los siguientes años de la escuela secundaria, permanecería en el fondo de mi mente y ganaría el suficiente impulso como para reaparecer con fuerza al comenzar la universidad”.

 

Pero nadie de su entorno consideraba que Mary pudiere estar atesorando el anhelo de entregarse a Dios en la vida religiosa.  Sin embargo, la atracción estaba en su alma.

 

"Siempre sentí que Dios me pedía que sirviera a los demás", recuerda. Tal vez por eso decidió seguir la carrera de medicina, pero mientras estudiaba la carrera de medicina, discernió que la llamada de Dios era más profunda. La invitaba a la vida religiosa.

 

 

La Hermana Mary dice que fue por pura gracia de Dios que se sintió atraída hacia las Hermanas Religiosas de la Misericordia con sede en Alma (Michigan), cuyo compromiso con el cuidado de la salud coincidía con el suyo. "Me sentí realmente llamada a nuestro carisma de misericordia", explica.

 

Terminó la carrera de medicina en la Universidad de Ohio y hoy trabaja como pediatra a tiempo parcial en el Centro Comunitario Cristo Rey de Lansing. Además de pasar tres días a la semana atendiendo a pacientes en la clínica, es la superiora local de la casa de las hermanas en DeWitt.

 

"En la vida religiosa, no es necesario planificar con antelación", dice la hermana Mary Rafqa. "Aprendes a estar abierta a lo que Dios pueda pedirte".

 

Servir en Cristo Rey es algo que nunca anticipó, pero está agradecida de estar ahora en ese centro. "Me encanta la gente", dice. "Es una población de pacientes diversa y es un placer servir".

 

En cuanto a su trabajo en pediatría, la hermana Mary Rafqa dice que es gratificante poder ayudar a los padres a mejorar la salud de sus hijos, aunque a veces encontrar recursos puede ser un reto. Además, "los niños son muy agradables", añade con una sonrisa.

 

Ofrecer una asistencia católica implica ayudar a las personas con independencia de sus creencias y situación en la vida; y eso es algo que la hermana Mary dice que el personal y los voluntarios de Cristo Rey hacen muy bien. A pesar de sus limitados recursos, ofrecen un amplio conjunto de servicios a las familias que se enfrentan a circunstancias difíciles.

 

En un mundo ruidoso, puede ser difícil escuchar la llamada de Dios, pero para la hermana Mary Rafqa está claro dónde debe estar ahora mismo... en esa clínica católica de Lansing, atendiendo al pueblo de Dios, en particular a sus niños.

 

 

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