Padre Jonathan Meyer es deportista y entrenador de atletas. “Quieren fe, propósito, significado, algo más de la vida"

08 de abril de 2022

El testimonio de este sacerdote ha impactado la vida de muchos jóvenes que se han convertido a la fe bajo su guía. “He tenido atletas que se han bautizado, familias de atletas que han vuelto a la fe. Cada día, tengo la oportunidad de ser un testigo del Evangelio, una persona de fe, en una escuela pública. Eso es poderoso".

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El padre Jonathan Meyer quien ha sido por años un destacado amateur del deporte, enfrentó importantes decisiones luego de que aceptara el año 2010 ser el entrenador de atletismo y cross country en el Instituto de educación secundaria del condado de Jennings, en North Vernon, Indiana. La primera decisión parecía simple, pero era significativa dentro de ese Instituto que es de educación pública; se trataba de cómo se vestiría para la foto oficial del equipo al principio de su primera temporada. En ese momento, dice, dimensionó la importancia de su misión.

 

"¿Voy a ser un hombre que entrena y resulta ser un sacerdote? ¿O voy a ser un sacerdote que resulta ser entrenador? Decidí lo segundo. El primer día que hicimos las fotos del equipo, llevaba un cuello romano. El director técnico me dijo: «¿Vas a llevar eso?» Le dije: «Soy un sacerdote. Es lo que soy, ¿no?» Él dijo: «Sí, padre»".

 

 

Luego, desde el año 2014 y hasta ahora, ha continuado siendo el sacerdote entrenador de atletismo y cross country, pero en la East Central High School de St. Leon, en el sureste de Indiana. Pero, además, junto con el padre Daniel Mahan, son los megapárrocos… de la parroquia de Todos los Santos en el condado de Dearborn, de la parroquia de San Lorenzo en Lawrenceburg, de la parroquia de Santa María de la Inmaculada Concepción en Aurora y la parroquia de Santa Teresa Benedicta de la Cruz en Bright.

 

Ser un sacerdote que es deportista y entrenador le produce gran alegría al padre Jonathan. "Realmente lo veo como una gracia el ayudar a la gente a luchar por superarse. Cuando abracé el sacerdocio, quería ayudar a la gente a conocer a Jesús, a cambiar sus vidas y a convertirse en santos. Luego me convertí además en entrenador para ayudar a la gente a cambiar sus vidas, a luchar por lograr el bienestar y, a menudo, introducirlos en el Evangelio".

 

Testigo y guía de conversos

 

 

En los últimos años, a través de su labor como entrenador el testimonio de este sacerdote ha impactado la vida de muchos jóvenes que se han convertido a la fe bajo su guía. “He tenido atletas que se han bautizado. He tenido familias de atletas que han vuelto a la fe. Cada día, tengo la oportunidad de ser un testigo del Evangelio -lo que significa ser un sacerdote, una persona de fe- en una escuela pública. Eso es poderoso. Cada día tengo la posibilidad de influir en la vida de las personas. Ha sido un viaje muy, muy loco".

 

A sus 45 años, el padre Meyer no sólo es el entrenador de chicos y chicas corredores de fondo, sino que entrena con ellos. Y no se queda atrás, pues en una carrera de seis millas, hace una media de siete minutos por milla. También se alinea con los atletas del instituto para realizar una serie de ejercicios de velocidad que incluyen carreras de 100 metros, 200 metros, 300 metros y 400 metros.

 

"Todo a ritmo de carrera"

 

 

Sin embargo, el ritmo que el padre Meyer trata de marcar en última instancia es el de su ejemplo, y con un enfoque en una línea de meta diferente. "Las personas más influyentes en la vida de un joven son sus padres y sus entrenadores. Hay entrenadores realmente malos que han hecho la vida imposible a los niños. Hay muchos buenos entrenadores que desafían a los jóvenes física y mentalmente. Yo tengo la oportunidad de desafiarlos también espiritualmente, de ser un testigo de la fe".

 

Algunos feligreses que pastorea este sacerdote se han sumado al equipo del Instituto y también varios jóvenes que no han recibido testimonios de fe en sus familias encuentran en el equipo respuesta a su sed de trascendencia. “Quieren lo que nosotros tenemos. Quieren fe, propósito, significado. Quieren algo más de la vida".

 

Testimonio de un converso

 

Travis Bender era uno de los corredores que buscaba algo más en su vida cuando conoció al padre Meyer. Este joven, graduado el 2019 de East Central dice que encontró la fe con la ayuda del sacerdote.

 

"Lo que realmente me llama la atención del padre Meyer como hombre de fe es que realmente la vive. Siempre que el Padre entra en una habitación, realmente capta la atención de todos. El Padre se ha ganado un gran respeto, y eso se nota. Tampoco te echa en cara su fe. Reza constantemente por nosotros. Y tanto si eres religioso como si no, puedes sentir su profundo amor por ti como persona. Esto se aplicaba a todos sus atletas. El padre tuvo y sigue teniendo un impacto inmenso en la forma en que vivo mi propia fe. No nací católico, y sólo recientemente, el 3 de abril de 2021, fui bautizado y confirmado. El padre Meyer desempeñó un papel enorme en mi conversión y me ayudó a instruirme en los caminos de la Iglesia católica", testimonia Travis.

 

“Soy un sacerdote para todos”

 

 

El sacerdote también marca la diferencia a través de su estilo de entrenamiento porque "siempre te estimula, pase lo que pase", dice Bender, miembro de la parroquia de Todos los Santos. "También se permite conocerte personalmente. Recuerdo claramente que una vez caminé con él en una carrera a campo traviesa y me preguntó qué pensaba hacer en el futuro. Significa mucho para mí que hayamos hablado largo y tendido sobre mí. Otra cosa estupenda de él es que dirige los entrenamientos no limitándose a decirnos lo que teníamos que hacer, sino que venía y lo hacía con nosotros", añade.

 

Para el padre Meyer, todo forma parte de ser un sacerdote que es entrenador. En los entrenamientos lleva su cuello romano. Reza con los corredores que desean esa relación. Habla con los padres y las familias que le buscan para conversar. Y está abierto a compartir consejos con los corredores, los padres y las familias de otras escuelas secundarias que compiten en encuentros contra East Central.

 

"Aunque soy un entrenador de East Central, soy un sacerdote para todos los que están allí", dice. "Para mí, se trata de una paternidad espiritual. En este momento, veo el entrenamiento como una extensión de mi sacerdocio. Tengo la capacidad de ser un padre para los niños que entreno cada día. Es una tremenda bendición".

 

 

Fuente: Arquidiócesis de Indianápolis

 

 

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