Fue un exitoso abogado en Wall Street y hoy asiste espiritualmente a personas condenadas a muerte

28 de septiembre de 2021

"Como paso mucho tiempo con ellos antes de que mueran, llevo a todos en mi corazón. Me apego a ellos, amo a todo el mundo", dice el capellán laico Dale Recinella.

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Dale Recinella fue por años un connotado abogado de finanzas en Wall Street y hoy es un valioso asistente espiritual para personas condenadas a muerte en la cárcel de Florida, que es el segundo “corredor de la muerte” en EEUU.
 
Este martes 28 de octubre de 2021 la Pontifica Academia para la Vida ha comunicado que Recinella es el primer galardonado con el premio 'Custodio de la Vida', por su testimonio de fidelidad a Cristo entre los presos. “Dale Recinella, capellán laico en el corredor de la muerte de Florida, lleva a cabo esta labor con los condenados a muerte, mientras que su esposa Susan se ocupa de las familias de los condenados y de las familias de las víctimas”, señala el comunicado.
 
¿Cómo es que un prestigioso abogado de finanzas de Wall Street, graduado en Notre Dame Law School, propietario de un ático con vistas a la bahía de Miami, deja todo atrás y decide convertirse en un asistente espiritual de condenados a muerte en la cárcel de Florida, el segundo corredor de la muerte en los Estados Unidos, después de California? 
 
Dale, emigrante nacido en Abruzzo (Italia), lo confidencia en esta entrevista al digital católico El Pregonero:

"Cuando era pequeño, mis padres se quedaron impresionados por la ejecución de Sacco y Vanzetti. Los dos fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 en el centro penitenciario de Charlestown en Massachusetts. Se quedaron horrorizados por tanta atrocidad. Pensé que debería cuidar a gente como ellos".
 
Dale describe detalles dramáticos de su servicio e inicia señalando que son los propios condenados a muerte quienes deciden si él les acompañará en sus últimos días…
 
"Una vez firmada la orden de ejecución, el condenado es transferido de su celda del corredor de la muerte a la llamada casa de la muerte. La nueva celda es similar a la que ocupaba anteriormente. La única diferencia es que su habitación ahora está a poquísimos metros de la sala de ejecución (…) El condenado permanece aquí por cinco o seis semanas", continúa, y explica que: "Si pide que sea yo su asistente espiritual, me permiten quedarme con él al menos doce horas a la semana. Si hay familiares que lo acompañan en esta larga agonía, tienen la oportunidad de conocer a mi esposa Susan. Será ella quien les consolará durante y después de la ejecución".
 
La puerta de la última habitación, dice, se encuentra a poca distancia del lugar donde morirá el condenado. "Es por eso que todos los que pasan por esa celda generalmente dicen que la puerta de la cámara de ejecución se acerca cada vez más".


 
"El día de la ejecución -prosigue narrando Dale-, los miembros de la familia pueden abrazarlo y saludarlo por última vez. A las 11 de la mañana, el condenado consume su última comida, una hora después, viene el sacerdote para la extremaunción (…) Por lo general, me quedo allí desde que el sacerdote se va hasta las 16:00, hora en que me da sus últimos mensajes para la familia y también es el momento de máxima conmoción. A las 16 llega el equipo encargado y prepara a la víctima que, poco después, será atada a la cama donde será asesinada con una inyección letal”.

La historia se interrumpe y los ojos humedecidos de Dale parecen proyectar los recuerdos. Luego prosigue: "Como paso mucho tiempo con ellos antes de que mueran, llevo a todos en mi corazón. Me apego a ellos, amo a todo el mundo. Pero hay casos que han marcado profundamente mi camino vocacional. Uno de ellos me dijo: usted es el padre que nunca tuve, otro: usted es el hermano que nunca he tenido, otro más: si le hubiera conocido antes, probablemente no hubiera terminado aquí”.

 

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