“Era el típico chulito” cuyo ego crecía según aumentaban sus seguidores en Instagram. Hoy vive apasionado por Dios.

09 de diciembre de 2021

En “ese mundo” -sincera Quique Mira- “te dicen que el puto amo es el que sale más de fiesta, más colegas tiene, más tías se pilla y vas a piñón… (te obsesionas)”.

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De pequeño le formaron en la fe católica y se educó en un colegio de los Legionarios donde las enseñanzas y prácticas religiosas eran diarias. Pero al llegar su adolescencia, Quique Mira comenzó a dar la espalda a Dios, la Iglesia y toda práctica de la fe. “Era el típico chulito que le daba igual, que no iba a misa, que me escapaba, que me reía de la gente creyente y veía la iglesia como algo tradicional, antiguo y que no tenía que ver con mi vida, ¿sabes?”, recuerda.

 

Para cuando tenía 18 años corría sobre las horas del día entre los estudios, la afición por el deporte, ser promotor de discotecas, posicionar su naciente emprendimiento con una marca de ropa y sobre todo alimentar el ego, acumulando seguidores en redes sociales; vinculándose en persona con cientos de conocidos a los que llamaba amigos y buscando conquistar a cuanta chica le fuere posible en las noches de juerga. Era un auténtico modelo de una generación que consume todo lo que el dinero y la apariencia permiten, a tope. En “ese mundo” -sincera Quique Mira- “te dicen que el puto amo es el que sale más de fiesta, más colegas tiene, más tías se pilla y vas a piñón… (te obsesionas)”.

 

Punto de quiebre en un bar de Baqueira

 

 

Pero a los 19 años comenzó a surgir la desilusión. Quique no estaba feliz, “sentía que me faltaba algo”, puntualiza. El punto de quiebre ocurrió en un bar de Baqueira -una conocida estación de esquí en España- donde había pasado a reponer fuerzas con seis amigos luego de pasar horas esquiando. “Pedimos una botella para tomar algo y cuando llega la botella -en ese momento que era tan bonito, con montañas nevadas, un día que llevábamos esquiando, estábamos felices-, veo que todos sacan el móvil para hacer una historia, ¡todos! Y pensé: algo no me cuadra, estamos dejando de vivir la realidad para mostrar a otros algo que nos sube como la fachada, el quien soy, qué hago y tal. Me iluminé y dije: elimino esta cuenta de Instagram”.

 

Al eliminar su cuenta estaba cortando no solo con los miles de seguidores, la generación de contenidos relacionados con su emprendimiento, como su labor en discotecas, sino que era un giro radical de vida. Pero allí en Baqueira él aún no sabía el nuevo rumbo que tomaría.

 

De rodillas ante el Sagrario

 

 

Por aquellos días, le hicieron una invitación que sería determinante. Fue el padre Javier Delgado L.C., quien, argumentando las habilidades deportivas del joven le propuso hacer un curso como Monitor de Tiempo Libre en uno de los centros de Regnum Christi en la Comunidad de Madrid. Y Quique aceptó. Estando allí tuvo su primera experiencia de conversión. “Era viernes santo, el 17 de abril de 2017, cuando me escapé porque estaba sin tabaco. Me fui a pillar tabaco al pueblo y al volver recuerdo que el padre cogió y me miró a los ojos de una forma -os lo digo en serio- que nunca nadie me había mirado así. Vi a Cristo en su mirada. ¿Sabes cómo es que alguien te mira a los ojos y te acoge entero? Que te mira y te dice, así te quiero; con tus limitaciones, con tus escapadas, con tus liadas”. 

 

Para Quique no había explicación racional para lo que le sucedía y sólo se le ocurrió ir a la capilla. “En ese momento me vi llorando, de rodillas, no sé por qué, y poniendo mi vida a los pies del Sagrario. Y le dije: «Señor hasta ahora no he sido un capullo porque nunca he hecho nada con mala fe, pero me he perdido mucho en el mundo …»”.

 

Este momento de encuentro íntimo con Dios fue el inicio de un camino de fe “con un Dios que no veo, pero que lo puedo sentir. Porque a mi Dios ni se me ha aparecido, ni lo he visto, sino que es una certeza de corazón”, confiesa Quique.

 

El retorno a Instagram

 

 

El año pasado, en abril, en medio del inicio de una cuarentena por la pandemia, este joven español que ya tiene 23 años decidió reiniciar su cuenta en Instagram, pero esta vez para un apostolado que ya siguen más de quince mil personas. Para no perder el rumbo, se afirma en la oración, los sacramentos, un grupo de buenos amigos que comparten la fe, su novia María y también el padre Javier que hoy es su director espiritual.

 

“Jesús lo decía bien claro: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio. Lo que para San Pablo hace dos mil años era un atril en una Iglesia donde hablaba a los corintios ahora quizá es Instagram, ahora quizá son las historias, son los vídeos en los que nos ponemos frente a cámara y decimos: ¡Señores, el camino, la verdad y la vida es Cristo, es Cristo! Hoy respondo con convicción a este amor que me abraza. Lo que el mundo más necesita no es ni fama ni dinero ni éxito a nivel profesional, necesita a Dios y se traduce en amor. ¿Qué haremos nosotros? No todos estamos llamados a ser apóstoles en redes sociales, pero sí a ser apóstoles, todos. Hay quien es apóstol en su trabajo, en su familia, en sus amigos… esto lo hemos de descubrir. Pero todos estamos llamados a ser luz y el mundo lo necesita”, finaliza animando Quique.

 

 

Puedes seguir su cuenta en Instagram pulsando aquí

 

 

 

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