El extraordinario y providencial encuentro de Amalia Casalbordino con Padre Pío en New York

23 de julio de 2022

La historia de Amalia nos recuerda que cuando nos sentimos perdidos y parece que no tenemos más recursos, entonces el Cielo está más cerca de nosotros y nunca debemos olvidar invocarlo.

Compartir en:

 

 

Amalia Casalbordino, oriunda de Chieti (Italia) se encontraba en una situación muy difícil. Su marido y su hijo se habían marchado a Canadá en busca de fortuna. Mientras que ella se vio obligada a quedarse en casa, para ayudar a su madre de 86 años que necesitaba cuidados.

 

Sus hermanos no tenían ninguna intención de hacerse cargo de la situación, por lo que Amalia se encontró en una encrucijada. La fe siempre había acompañado la vida de la mujer, por lo que decidió pedir ayuda al Padre Pío.

 

"Deja a tu madre"

 

Cuando llegó a San Giovanni Rotondo, la mujer pidió ayuda al fraile, que le dijo rápidamente: "Deja a tu madre y vete tranquilamente a reunirte con tu familia. La madre se encargará de los otros niños". La mujer, impulsada sobre todo por la fe, se tomó al pie de la letra las palabras del santo y subió a un barco, llevando consigo su equipaje para el traslado.

 

Pero no siempre lo que brilla es oro. Amalia llegó a Nueva York, la tierra de las grandes expectativas, aunque lo que encontró allí fue una espesa nieve y un idioma que no hablaba. Las dificultades se hicieron muy evidentes y la mujer, con unas pocas liras y unos pocos dólares en el bolsillo, cayó en un llanto desesperado, sin saber qué hacer. Además, había perdido el número de teléfono de su marido y no tenía forma de contactar con él.

 

Lo extraordinario en Nueva York

 

Amalia estaba desesperada, en una ciudad desconocida y sin posibilidad de pedir ayuda, sin conocer el idioma. Fue en su momento de mayor angustia cuando se le acercó un hombre, en realidad una figura que le pareció conocer, aunque al principio no estaba segura. El anciano, que hablaba italiano, le preguntó: "Señora, ¿por qué llora?". La mujer respondió que estaba en problemas, porque no sabía qué tren tomar para ir a Canadá, ya que necesitaba llegar a reunirse con su familia.

 

El anciano se ocupó de inmediato y llamó a un policía, el cual dio a Amalia información precisa para que pudiera llegar a Canadá sin problemas. En ese instante la mujer se dio cuenta que el anciano se parecía mucho al Padre Pío y se giró para darle las gracias, pero el hombre se había desvanecido en el aire. No es el primer acontecimiento similar; es bien conocido el don de la bilocación a través del cual el santo fraile podía estar presente en varios lugares al mismo tiempo.

 

La historia de Amalia nos recuerda que cuando nos sentimos perdidos y parece que no tenemos más recursos, entonces el Cielo está más cerca de nosotros y nunca debemos olvidar invocarlo.

 

 

Fuente: Padrepio.it

 

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda