Cuatro milagros recientes que remecen la fe de quienes no creen en la intervención extraordinaria de Dios

12 de agosto de 2022

En ocasiones los beneficiarios son conscientes y hacen ruido para contarlo; pero también algunos de estos hechos extraordinarios se cuelan anónimos, silenciosos e igual de benéficos para la salvación de quienes los reciben.

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Muchos creyentes piensan que los milagros -intervención extraordinaria de Dios que escapa del orden natural- ocurren muy a lo lejos, que son acontecimientos de tiempos pretéritos o incluso no creen que existan estas intervenciones extraordinarias de Dios. Jesús multiplicando los panes y los peces, caminando sobre las aguas, resucitando muertos, expulsando demonios, sanando ciegos y paralíticos, enamorando las almas a tal punto que sus seguidores enfrentaban el martirio sin dudar de su fe, son para muchas personas historias lejanas.

 

La realidad es que hoy, ahora mismo, hay testigos mostrando pruebas de que Dios continúa haciendo milagros. En ocasiones los beneficiarios son conscientes y hacen ruido para contarlo; pero también algunos de estos hechos extraordinarios se cuelan anónimos, silenciosos e igual de benéficos para la salvación de quienes los reciben.

 

En efecto, algunos doctos maestros de la doctrina católica afirman que, para considerar un hecho como milagro, es condición el que tenga un efecto espiritual benéfico en directa relación con la conversión y salvación del beneficiario y/o los testigos. Aunque esta es una condicionante humana, porque en el misterio de Dios todo es amor, misericordia y generosidad.

 

Pues bien, si usted no cree en milagros, estos cuatro testimonios podrían remecer su fe.

 

Sofía estaba muerta y volvió a la vida

 

 

El 22 de abril de 1977 en Tucumán (Argentina) Sofía Acosta se desplomó delante de su esposo Leonardo Valdez e hija. “Tomé su cabeza y murió en mis manos”, recuerda Leonardo. Treinta y cinco minutos después de que la mujer se desplomara en la cocina, llegaron con ella al Sanatorio Modelo de Tucumán.

 

El cardiólogo José Luis Olguín fue quien primero atendió a Sofía y así lo recuerda: "Bajo rápido, evalúo y veo a una paciente que estaba en paro respiratorio, sin signos vitales, sin pulso, sin presión…". También el médico de cabecera de la paciente, doctor Arturo Venturini, corrobora que ya no había nada que la ciencia médica pudiere hacer… "Desde el punto de vista médico yo le puedo decir, que, de seguro… estaba muerta. No existía nada, no existía nada". En ese momento, el doctor Osvaldo Malmoria, parte del equipo que había asistido a la paciente salió para informar a la familia que Sofía había fallecido.

 

Al escucharlo Eugenia, la hija, se aferró a su fe, orando a Dios, pidiendo a madre Catalina de María Rodríguez (fundadora de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y amiga del santo Cura Brochero, fallecida en 1896) su mediación. Y contra toda razón, totalmente convencida de que sería escuchada, corrió tras el médico y le pidió que intentara reanimarla.

 

Es el propio doctor Malmoria quien en breves palabras narra el milagro: "…Seguimos intentando recuperarla y en algún momento la paciente recuperó la actividad cardiaca".

 

Las manos de Jesús acarician deformidades

 

Era apenas una joven de 17 años en Irlanda, cuando la hermana Briege Mckenna vio como sus manos y rodillas se iban deformando por la artritis reumatoide. "Los médicos me dijeron que no había nada que hacer. Tuve que aceptar la idea de ser discapacitada el resto de mi vida".

 

Diez años después asistió por primera vez a un retiro de la Renovación Carismática Católica. En el siguiente extracto de su libro Miracles Do Happen, la hermana Briege narra lo que entonces ocurrió:

 

"Eran las 9:15 de la mañana del 9 de diciembre de 1970 cuando durante la Santa Misa el sacerdote dijo: «Pedid el Espíritu Santo» y convocó a la gente para que nos impusiéramos las manos unos a otros. Hice lo que todos, aunque interiormente sentía que sería "bautizada en el Espíritu Santo" sólo si ese sacerdote oraba por mí. Pero él estaba lejos, cerca del altar, y yo en la parte de atrás. Cerré los ojos y oí una voz que dijo: «Búscame, búscame». Mantuve los ojos cerrados, alargué las manos y respondí: «¡Jesús, ven a mí, ven y muéstrame tu presencia!» En ese mismo momento una mano tocó mi cabeza. Supuse que el cura era una especie de canguro. ¿Cómo pudo saltar tan rápido a la parte trasera de la iglesia? Abrí los ojos para mirarlo y... ¡Vi que estaba milagrosamente curada! Mis codos y manos deformes ya no estaban enfermos. Salté de alegría diciendo: «¡Jesús, de verdad estás aquí!»… (el sacerdote continuaba en el altar). Después de esta experiencia sabía que Jesús está vivo, me enamoré de Él y de mi fe católica". 

 

El amor maternal de la Virgen de Lourdes

 

 

Hacia el 14 de febrero de 2012, cuando tenía apenas tres años, Macarena (Maki) Coloma comenzó a sufrir terribles convulsiones. Eran los primeros síntomas de la Encefalitis de Rasmussen, una enfermedad gravísima que le estaba destrozando el hemisferio cerebral derecho. La enfermedad se evidenciaba en crisis epilépticas cada vez peores y más frecuentes.

 

En todo su proceso enfrentó seis operaciones al cerebro y en una de las más complejas decidieron extirparle casi todo el lóbulo frontal cerebral intentando eliminar la zona dañada.

 
Al despertar tenía todo su lado izquierdo paralizado, no podía mantenerse erguida y era incapaz de caminar. Los médicos determinaron que pasaría muchos años en silla de ruedas antes de poder caminar sola. Pero la oración de toda la familia ante la Gruta de Lourdes, a los tres meses de la operación, consiguió que Maki volviera a casa andando. "No paren de amar a Dios", dice la pequeña.

 

Padre Pío rescata un alma

 

Felicia Vitiello, tiene 32 años, vive en Nápoles y testimonia el 27 de abril de 20221 que por intercesión del padre Pío, Dios le ha concedido de forma extraordinaria el don de la vida en dos ocasiones. “Los médicos no creyeron lo que veían sus ojos”, asegura.

 

“Tras la salvación del primer coma y la tomografía computarizada que atestiguaba la recuperación, a las pocas semanas vuelvo al coma veo mi alma desprenderse del cuerpo y elevarse hacia el cielo. En ese momento, veo al Padre Pío bajarla de nuevo al cuerpo. Padre Pio me dice que mi trabajo era salir. Me dijo que había sido elegida para enviar un mensaje de fe, para acercar a la oración a muchas personas ateas o agnósticas. Mis sufrimientos, mis torturas, sirvieron para dar testimonio de lo que vi en esos momentos…. Incluso durante el primer coma tuve una visión similar.


(…) Después del olor a rosas, que sentí inmediatamente después de despertar. En mi sangre ya no hay rastro de aquella infección que me había llevado al coma”, relata en un video testimonio.

 

 

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