En Medjugorje se escapaba al bar para no rezar y allí le fue a buscar la Virgen

02 de septiembre de 2020

"El gran don que recibí fue el don del perdón. Yo necesitaba ser perdonada para aprender a perdonar y recibir la gracia de perdonarme y poder perdonar a los demás."

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Medjugorje es un lugar de conversión y reconciliación. Así lo atestiguan miles de testimonios de personas que llegaron sin creer o enfadadas con Dios y con el mundo y volvieron transformadas. Es el caso de Inmaculada (Inma) García, cuya diferencia con el resto es que además se ha quedado a vivir en esta aldea de Bosnia-Herzegovina, pues se ha casado allí y ya tiene tres hijos.

La historia de esta madrileña con el conocido santuario mariano en el que se aparece la Virgen desde 1981 comenzó hace 10 años cuando apenas tenía 23 años, según señala el relato publicado en el portal Cari Filii-.  Por entonces era una “persona triste, enfadada y solitaria”, que además vivía “muy peleada con Dios y en una oscuridad tremenda”.



Ante esta situación sus padres decidieron intervenir y le pagaron un viaje a un festival al que iría en autobús. El destino era la lejana Bosnia, y concretamente el Festival Juvenil de Medjugorje.
 
Inma no quería ir a rezar a un festival de este tipo, además no conocía a nadie en el autobús y para colmo estaba “plenamente convencida de que Medjugorje es mentira” y que busca “engañar a la gente”. Sólo accedió a ir porque de camino harían parada en ciudades que quería conocer.

Una vez ya en Medjugorje su principal objetivo pasaba por huir de las actividades religiosas. Y una de las formas de hacerlo era irse a un bar a tomar una cerveza mientras los demás rezaban. Lo que ella no imaginaba es que el camarero que le servía aquellas bebidas se acabaría convirtiendo en su marido y padre de sus hijos.



Con esta actitud con la que acudió Inma lo que menos quería era confesarse. Pero sin saber cómo acabó en el confesionario. Y ahí su vida “cambia por completo”.

“El gran don que recibí fue el don del perdón. Yo necesitaba ser perdonada para aprender a perdonar y recibir la gracia de perdonarme y poder perdonar a los demás. Fue mi gran regalo y fue lo que me cambió la vida”, relata esta madrileña.

Inma volvió a España, pero no era la misma. Y se notaba en aspectos concretos. Así lo recuerda ella: “Es en tu cruz diaria, para mí en la carrera en ese momento, donde noté las gracias de Dios que me dio en Medjugorje para recargar las pilas. Lo que antes me resultaba inaccesible ahora era como que se abrieran las ventanas y era todo más fácil. Tenía una paciencia que no era mía. Una capacidad de sacrificio que no era mía”.

Diez años después y otros diez festivales de la juventud en Medjugorje, su vida está profundamente ligada a este lugar mariano. Se casó con aquel camarero, ha tenido tres hijos y vive allí.



“Medjugorje para mí es todo. Mi vida, mi vocación… y si consigo entrar en el cielo será gracias a esto. En Medjugorje conocí a mi marido, en Medjugorje estoy criando a mis hijos, en Medjugorje formé mi familia, en Medjugorje me convertí, en Medjugorje conocí a Jesús. Lo es todo para mí. Fue como el hospital para mi alma y donde el Señor comenzó mi sanación”, afirma emocionada.

Ahora se dedica a organizar peregrinaciones a este santuario que se ha convertido en fuente inagotable de conversiones. “A cualquiera que le preguntes que viene habitualmente a Medjugorje, te dice que aquí está pasando algo. Tú notas que hay una presencia viva de alguien que te quiere muchísimo. La gracia actúa y te cambia el corazón en este sitio”, conclue esta madrileña.

 

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