El nefasto y pagano culto a la Santa Muerte continúa en México durante la pandemia

10 de abril de 2020

Las muestras del culto al esqueleto con la guadaña continúan en México. Aunque la mayor parte de sus seguidores afirmen ser católicos, se trata de una devoción pagana, ajena a la fe cristiana y perjudicial para las personas y la sociedad, como lo han dicho repetidas veces los pastores de la Iglesia.

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En días recientes los medios de comunicación nos han mostrado una manifestación pagana que extraña e inquieta a muchos, en estos tiempos de confinamiento global por la pandemia del Covid-19. En Ciudad de México –concretamente, en el barrio de Tepito– el pasado 1 de abril se han visto por las calles comitivas de devotos de la llamada Santa Muerte, llevando en grupo esas imágenes tan peculiares de esqueletos con la guadaña vestidos de múltiples colores.

Según recogía ese día la agencia de noticias Efe, el motivo de esta oscura “peregrinación” hacia el altar principal del ídolo en Tepito no era otro que pedirle, en esta situación peligrosa, “que no llegue la enfermedad” y “que nos cuide la Santa Muerte”. Como es habitual los días primeros de cada mes (a imagen del 1 de noviembre), para mostrar su devoción le llevaban ofrendas de alimentos, tabaco y bebidas alcohólicas.

Los testimonios de sus seguidores se multiplicaban ante el periodista: un hombre aseguraba que la Santa Muerte le ha ayudado con problemas de salud en la familia, además de otras cuestiones personales y legales. Una mujer confirmaba que “es un poder superior”, con la siguiente explicación: “siempre le pido a la Santa por mi familia, por mis seres queridos. Lo que le he pedido siempre me lo ha cumplido”.

Una de las responsables de su culto, Enriqueta Romero, resumía sus creencias hace unos días al diario El Universal: “Dios es perfecto, es único, nos ama. Después, mi niña hermosa”, refiriéndose así a la Santa Muerte. “Por este sitio pasan personas con problemas económicos y  morales, con hijos en la cárcel o con sida… Vinimos a pedirle que nos ayude a soportar esas cosas tan fuertes: que no tenemos para pagar la renta o para comer.  Le vinimos a pedir que nos ayude”.

¿Quiénes creen en la Santa Muerte?



Hay discusión entre los investigadores sobre el origen real del culto pagano a la Santa Muerte: algunos autores lo consideran una reinvención contemporánea del dios de la muerte en la cultura mexica prehispánica, otros hablan de un sincretismo entre creencias animistas indígenas y la fe católica… Lo cierto es que, más allá de antecedentes que puedan encontrarse, nos hallamos ante un fenómeno muy actual, que tal como lo conocemos no cuenta con más de dos décadas de vida.

El acercamiento a las personas que siguen esta devoción –un número considerable– nos muestra una creencia de tipo mágico y supersticioso. La comerciante de un local esotérico del Mercado Juárez (Monterrey) explicaba hace unos días esto a una periodista del diario mexicano ABC: “la gente por lo regular compra las imágenes [de la Santa Muerte] para ayudarse, para el trabajo, para el dinero, el amor, la suerte, la protección, para todo este tipo de cosas, es para lo que más la gente la busca”.

Se trata de un culto que, según sus devotos, no discrimina a nadie –lo que constituye habitualmente una crítica indirecta a la Iglesia católica y a otras confesiones cristianas–, pero lo cierto es que su éxito se encuentra, sobre todo, entre las clases más populares. Como señalaba uno de sus seguidores en el diario ABC, “la gente de escasos recursos recurre mucho a la fe, de todo tipo”. Por eso se refieren a la Santa Muerte como “el icono de los olvidados”.

De la marginalidad… al mundo criminal



Pero no sólo es una devoción de los olvidados o marginados. Si en algo destaca el culto a la también llamada “Niña Blanca” es en su asociación al mundo de la delincuencia. Es habitual que los criminales acudan a ella pidiendo protección ante los muchos peligros a los que se exponen, y prosperidad como resultado de sus delitos.

Los medios de comunicación mexicanos se han hecho eco estos días del –por ahora– último ejemplo de vinculación entre la Santa Muerte y los delincuentes del país: en Puebla, en un inmueble intervenido por la Fiscalía General del Estado por ser el centro de operaciones de narcotráfico a pequeña escala, se encontró un altar a la Santa Muerte repleto de ofrendas hechas a la imagen, tal como informa Página Negra.
Cualquier búsqueda de noticias en este sentido arrojaría multitud de referencias que prueban la vinculación de muchos criminales con la Santa Muerte. Claro que no puede estigmatizarse a todos sus seguidores asociándolos a la delincuencia, pero hay una cercanía constatable a este culto por parte de los mexicanos que actúan al margen de la ley, y no parece que sea una casualidad. ¿A qué se debe?

Según explica en un artículo académico el investigador Felipe Gaytán Alcalá, “en las actividades delictivas hay un desprecio por la vida, la propia y la de los otros. Los delincuentes saben que eliminar a otros puede desembocar en que mañana sean ellos las víctimas”. Por ello, y aunque “no es exclusivo de grupos marginales o excluidos”, el culto a la Santa Muerte es popular entre la población relacionada especialmente con la violencia porque se ha extendido la convicción de que “aquellos policías y delincuentes que se encomiendan a ella tendrán su protección”.

Por eso se entiende que hayan asimilado con tanta facilidad la devoción a una muerte personificada. “Para los seres humanos que se mueven en la frontera de la legalidad, que arriesgan su vida cotidianamente, la representación de la muerte los acompaña”, escribe Gaytán. De forma que “el culto expresa el concepto de un espíritu sagrado, el más potente después de Dios e igual a Cristo”. Se da una inversión total de los valores, pensando que “el mal es el catalizador por el que se puede acceder al bien”, legitimando, así, las propias acciones delictivas.

¿Cuál es el punto de vista de la Iglesia?



Los pastores de la Iglesia en México han hablado siempre con claridad sobre este tema, declarando que no es asumible para los creyentes una “devoción” así. Cuando se refieren a la Santa Muerte en homilías o cartas pastorales, recuerdan que la muerte no es un ser personal, sino un hecho que acontece a los seres vivos, además de explicar que, desde el punto de vista de la fe cristiana, no es un hecho definitivo, porque creemos en la resurrección de los muertos.

No sólo eso: en ocasiones los obispos y sacerdotes se han visto obligados a desmentir una supuesta enseñanza de la Iglesia sobre el tema que es totalmente falsa. Porque en ocasiones los partidarios del culto a la “Santa Muerte” argumentan que en la oración católica se invocaría a este culto pagano (sic), cuando la realidad es que se pide a Dios “una santa muerte”, refiriéndose a las condiciones del fallecimiento de la persona (así, por ejemplo, en la conclusión del rezo diario de Completas, antes del descanso nocturno).

Los ejemplos de declaraciones de la jerarquía de la Iglesia son muchos. Y no sólo para condenar una práctica inasumible para los católicos, sino también para apuntar a las razones de su popularidad. El arzobispo de Tijuana, monseñor Rafael Romo, afirmó en 2013 que “la gente que da su asentimiento a este tipo de devoción, es por ignorancia religiosa”. El arzobispo de Antequera, monseñor José Luis Chávez, explicaba en 2017 que “son desviaciones y falta de información, carencia de ir a las raíces de la fe, de no tener sustento en lo que somos”.

En 2015, el arzobispo de Xalapa, monseñor Hipólito Reyes, se refirió a quienes empiezan jugando con la ouija y “al ratito ya andan con sus imágenes de la niña blanca o de la muerte, o de la mal llamada Santa Muerte, que de santa no tiene nada”. Y añadía: “¿no estamos abriéndole la puerta a los diablos?”.

 Y la preocupación episcopal ha traspasado fronteras, ya que los devotos mexicanos de la Santa Muerte la han exportado a otros lugares. En 2019, sin ir más lejos, el arzobispo de Santa Fe, en Nuevo México (EE.UU.), advirtió a los católicos de su diócesis sobre el peligro de ser engañados por este culto y recordó que “nuestra devoción es hacia el Dios de la vida”. Años antes, el obispo de El Paso, en Texas, afirmó que la Santa Muerte es “espiritualmente peligrosa”, y el de San Angelo, también en Texas, dijo que “se debe evitar por completo. Es una perversión de la devoción a los santos”.

El aviso explícito de los exorcistas



A pie de calle, sacerdotes que tienen el encargo de hacer exorcismos y otros muchos han mostrado estar preocupados por este fenómeno. Por ejemplo, Francisco Bautista señalaba en 2013, en declaraciones a BBC, que una de las razones del aumento de la violencia en el país y de la acción creciente del demonio es, precisamente, el culto a la Santa Muerte. “Los narcotraficantes le piden favores y ayuda para evitar el arresto, a cambio ellos ofrecen sacrificios humanos. Esto ha incrementado la violencia en el país”, afirmaba.

Por su parte, Ernesto Caro, veterano exorcista de Monterrey, contaba entonces algunas de sus experiencias de liberación espiritual de delincuentes devotos de la “Niña Blanca” (Santa Muerte), como el de un narcotraficante que antes de ingresar en la prisión “estaba encargado de cortar en pedazos a las víctimas” de los sacrificios rituales que hacía su grupo, y que había sido consagrado a la Santa Muerte, lo que fue causa de su posesión diabólica. Para este sacerdote está claro que “el culto es el primer paso hacia el satanismo y de ahí al narco. Por eso fue escogido para hacer ese trabajo”.

En 2019, Martín Lara, vicario general y exorcista de Querétaro, explicaba que “venerar la muerte, adorar la muerte es venerar un demonio, el demonio de la muerte y esto a la larga trae consecuencias muy difíciles a la gente y la muerte siempre conduce y llama a la muerte”, tal como publicó el Diario de Querétaro.

Como recogió en 2017 un artículo de Portaluz, otro exorcista de la misma diócesis, Isaac Osornio, dijo con mucha claridad en una conferencia que “la gente muchas veces queda poseída de una manera muy fuerte y la Santa Muerte –Satanás– te puede dar ciertos bienes pero se la va a cobrar; no hace nada de gratis y siempre es para alejar a las personas de Dios pensando que en otro lugar pueden encontrar lo que no encuentran en Él; y eso es un engaño, el demonio de por sí es el padre de la mentira, es el engañador”.

Otro exorcista mexicano, Jil Portilla, de la Arquidiócesis de México, señalaba en 2015 que “quien realmente se esconde detrás de esa imagen es el diablo”, tal como podemos leer en otro artículo de Portaluz. Más claro no se puede decir.
 
 

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