Paternidad sobrenatural y seguimiento de Cristo: Defensa del celibato del p. Carter Griffin

29 de noviembre de 2019

Los sacerdotes son célibes... "porque su celibato -cuando se vive bien- es una manera privilegiada de abrazar una paternidad que trasciende lo natural; es una paternidad ´sobrenatural´ en el orden de la gracia".

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Con la expansión de la revolución sexual y sus conocidos efectos que potencia la ideología de género, sumado al precipitado colapso de las vocaciones sacerdotales y los diversos escándalos que han sacudido a la Iglesia Católica, muchos católicos creen es necesario examinar la cuestión del celibato sacerdotal obligatorio para los sacerdotes católicos de rito latino.
 
La cuestión ha llegado a los más altos niveles de la Iglesia con la publicación del Documento Final del Sínodo Amazónico, aún pendiente de ser ratificado o no por el Papa Francisco. En el número 111 de este documento final, los obispos -en votación de 128 a favor y 41 en contra- le sugieren al Papa permita en ciertos casos y lugares el sacerdocio no célibe.
 
Es sobre este tema del celibato que el P. Carter Griffin escribe en su reciente libro ¿Por qué el celibato? Reclamando la paternidad del sacerdote. El P. Griffin, un converso, sacerdote de la Arquidiócesis de Washington D.C., y recientemente nombrado Rector del Seminario San Juan Pablo II en Washington D.C., ofrece una hermosa y convincente apología del celibato y de la razón por la cual la Iglesia latina debe mantener su enseñanza y su práctica, según fundamenta -publicando algunos extractos de la obra-, el portal Catholic World Report y que Portaluz ofrece a sus lectores en español.
 
Celibato, don de la paternidad sobrenatural
 
El P. Griffin (ver en imagen adjunta) señala que con su libro espera "confirmar a los sacerdotes en la sabiduría, belleza y fecundidad del sacerdocio célibe". En este sentido, afirma que la "convicción expresada" en el libro "es que los sacerdotes aceptan el celibato como una opción radical para entregarse a Dios y al prójimo de tal manera que puedan generar una nueva vida espiritual". El P. Griffin sostiene que los sacerdotes "son célibes... porque su celibato -cuando se vive bien- es una manera privilegiada de abrazar una paternidad que trasciende lo natural; es una paternidad 'sobrenatural' en el orden de la gracia".
 
Su libro entonces no está dirigido sólo a los sacerdotes. Pues, paradójicamente, cualquier explicación del celibato debe comenzar con la palabra "Padre". Así lo ha reflexionado también el Padre Daniel Scheidt, sacerdote de la Diócesis de Fort Wayne-South Bend, en un bello ensayo titulado "El seminarista, futuro padre": La "Iglesia resume tácitamente" la "identidad" de un sacerdote y la propone al mundo en una sola palabra: “Padre", señala Scheidt.
  
La paternidad de Cristo
 
 
El P. Griffin está de acuerdo con él. Cerca del comienzo de su libro, cita al Cardenal Henry Edward Manning desarrollando el mismo argumento: "El título de padre es el primero, el principal, el más alto, el más potente, el más persuasivo, el más honorable de todos los títulos de un sacerdote", En efecto, como señala Manning, dice Griffin. mientras que un sacerdote puede recibir muchos títulos y honores durante su vida, "sólo la paternidad espiritual pasará a la eternidad".
 
Es a través del lente de la paternidad, dice p. Griffin, que el celibato del sacerdote debe ser entendido. El sacerdote célibe es verdaderamente un padre, un padre sobrenatural. Como explica el P. Griffin, que prefiere el término "paternidad sobrenatural" a "padre espiritual", porque el primero "evita toda apariencia de dualismo antropológico. También, para algunos, ‘espiritual’ podría implicar un grado de irrealidad o abstracción, como si los padres espirituales fueran simplemente iguales o comparables a los padres ‘reales’. La intención de la paternidad sobrenatural no es simplemente una similitud de la paternidad, sino una manifestación de la paternidad misma".
  
Cristo, Hijo y padre
 
Para llegar al corazón de la paternidad del sacerdote célibe, el P. Griffin comienza por centrarse en un tema latente, pero a menudo poco desarrollado en la teología y espiritualidad católica: la paternidad de Jesucristo, célibe. Griffin escribe: "Si el sacerdote célibe es verdaderamente un padre en cualquier sentido estricto de la palabra, entonces teológicamente debe seguir a ese Cristo, cuyo sacerdocio comparte cada sacerdote, debiendo él mismo ser también un padre en el orden de la gracia". Cristo es "no sólo el Hijo del Padre, sino también un padre él mismo de una humanidad nueva y redimida". Y es esta paternidad de Cristo, "el Sumo Sacerdote célibe de la Nueva Alianza (lo que) proporciona la base y el modelo para la paternidad célibe en el sacerdocio ministerial".

La paternidad sobrenatural, que Griffin admite no se limita al sacerdote célibe. Esta paternidad sobrenatural es verdaderamente el destino de todo hombre, señala. El sacerdote "configurado a Cristo Cabeza, ejerce la paternidad espiritual" representando "el rostro misericordioso del Padre, e instrumentalmente" generando "vida sobrenatural en las almas de sus hermanos". En resumen, el sacerdote "procrea, por así decirlo, en el orden de la gracia". Así, la paternidad del sacerdote célibe no es una mera abstracción; es un verdadero padre que genera nueva vida en su rebaño. Al entregarse totalmente a su rebaño, puede activar esta paternidad sobrenatural de una manera especial.

Sacerdotes célibes, como Cristo
 


Obviamente, los hombres casados pueden ser padres espirituales, así que ¿por qué este enfoque en la paternidad sobrenatural lleva a la conclusión de que es apropiado y correcto que los sacerdotes sean célibes? El P. Griffin argumenta que el sacerdote célibe imita el celibato de Cristo. Escribe que el "celibato de Cristo estaba .... íntimamente ligado a su papel generativo en el plan salvífico del Padre". El sacerdote es configurado a Cristo la Cabeza. En esta configuración, hay una necesidad específica por la que el sacerdote debe ser célibe como Cristo: para generar de la misma manera que Cristo lo hizo. "Si la virginidad consagrada se ordena principalmente al testimonio escatológico, el celibato sacerdotal se ordena principalmente a representar a Cristo en relación con la Iglesia, su Esposa, y a servir como instrumento de la generatividad paterna de Cristo". El celibato libera al hombre para que se entregue plena y exclusivamente a la generación de nueva vida en el orden de la gracia, así como Cristo fue totalmente libre para generar nueva vida con su don gratuito del celibato.

El sacerdote "es célibe no principalmente por su propia santidad, sino por su ministerio". El celibato de Cristo no fue "dirigido a su santidad, que ya era perfecta". Más bien, "el celibato de Cristo sólo puede entenderse plenamente a la luz de su papel en el plan de salvación, de su generatividad en el orden de la gracia, es decir, de su paternidad como nuevo Adán, Cabeza y Esposo de la Iglesia". El P. Griffin argumenta que "es precisamente esta dimensión del celibato de Cristo la que da sentido al celibato del sacerdote como padre espiritual". La lógica del celibato sacerdotal es la libertad que da al sacerdote para ser un padre sobrenatural, total y sin reservas. Así, "el celibato sacerdotal está ordenado principalmente a representar a Cristo en relación con la Iglesia, su Esposa, y a servir como instrumento de la generatividad paterna de Cristo".

 

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