"El deseo de Dios se me hizo irresistible": La vital confesión de un joven que pronto será sacerdote

09 de agosto de 2019

"Jesús en el Evangelio de Juan nos dice que el demonio es el padre de la mentira y yo diría que en el hoy de la Iglesia una forma de expulsar los demonios es (ser fieles) a nuestro compromiso con la verdad porque Jesús es la verdad"

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José Antonio Costabal Cea nació en María Pinto, un pequeño poblado al centro de Chile donde -guiado por su abuelo-, conoció desde pequeño la pobreza e injusticias que padecían los campesinos y trabajadores de esa zona rural. Al crecer haría suyos los valores recibidos en la infancia y en su conciencia de joven, sensible al dolor del prójimo, resonarían con fuerza algunas interrogantes… “Me pregunté mucho ¿yo me veo como ingeniero comercial trabajando en una oficina, pendiente de las acciones? Sinceramente no me veía en eso, a pesar de que me encantaba …. Y, ¿me veo visitando un enfermo? Claro que sí”, recuerda José al comienzo de su entrevista con Portaluz.
 
Pero en su joven corazón la inquietud medular era un sentimiento espiritual del cual no podía sustraerse y que nos resume en una frase: “Era un deseo de Dios que se me hizo irresistible”.
 
Hoy con no poco humor José mira esa experiencia íntima como el resultado de varios años en los cuales su alma trabajó como una “juguera” (licuadora) fusionando los aportes de su familia, los Legionarios de Cristo en su infancia, Schoenstatt en la juventud y el Opus Dei cuando era estudiante de Ingeniería Comercial. “Me faltaron los jesuitas no más”, rubrica.
 
Dejando todo para abandonarse en Dios
 

En su experiencia de ser llamado por Dios al sacerdocio no hay apariciones de ángeles diciendo “oye el Señor quiere que tú seas sacerdote”. Pero sí le identifica, dice, “el Evangelio cuando Jesús llama a Mateo, al recaudador de impuestos. Me impresiona la simpleza del llamado, le dice: «Sígueme» y el Evangelio dice «Mateo lo dejó todo y lo siguió»”.
 
El llamado que hizo a Mateo, Jesús lo sigue repitiendo a todos. Aunque algunos jóvenes para tomar la decisión de entregarse, de amar según el querer de Dios, esperan sucesos extraordinarios o certezas totales, comenta José; y está convencido que la vida a muchos se les escapa por querer tener el control de todo. “Hay que arriesgarse, aunque muchas veces tenga consecuencias difíciles, pero el que no se arriesga, no ama, creo yo”, reflexiona.
 
Ningún momento de su formación, señala, ha estado exento de interrogantes. Al principio pensaba en que había dejado atrás dos años de estudio de Ingeniería Comercial y se preguntaba si esta vocación por el sacerdocio sería auténtica. Luego surgían temores sobre la soledad y también el desafío de convivir con gente muy distinta. Fue superando esos escollos en la medida en que acogía el abandono de sí mismo en Dios y no se permitía ser inmovilizado por dudas o temores. Como el Evangelio, reflexiona, “la vida del creyente es dinámica, no estática”.
 
Expulsar al demonio
 
Ese aprendizaje del confiarse en todo a Dios es lo que le ha permitido mantenerse firme en su vocación sacerdotal en tiempos como el de hoy, cuando de forma particular la iglesia en su país, Chile, está llamada a la conversión luego de conocerse los abusos sexuales, de conciencia y de poder por parte de algunos de sus miembros. Y no evita el tema cuando se le pregunta…
 
“Jesús en el Evangelio de Juan nos dice que el demonio es el padre de la mentira y yo diría que en el hoy de la Iglesia una forma de expulsar los demonios es (ser fieles) a nuestro compromiso con la verdad porque Jesús es la verdad (…) Vale decir vivir la propia vocación, sea matrimonial o sacerdotal, en verdad. Eso implica reconocer nuestra finitud y nuestros límites (…) Creo que el demonio quiere ocultar la verdad (…) La situación (de los abusos) no debería haber ocurrido nunca y es una realidad que debemos sanar pero con la verdad. El demonio siempre querrá que ocultemos desde lo más sencillo o lo mayor que pudiere ser motivo de escándalo (…) Entonces, una manera en que nosotros los sacerdotes podemos expulsar al demonio es ayudar al otro a que reconozca su propia verdad y la manifieste a Dios en el sacramento de la confesión”
 
Testigo de Cristo Eucaristía

Para José la misión es una tarea común, no solo de los curas y que “nace de la Eucaristía”, como también del esfuerzo de cada creyente por ser coherentes en la vida con la fe que se profesa.

“En definitiva, lo que reencantará a las personas será el modo en que nosotros nos amemos: si alguien está de cumpleaños, llamarlo, si una señora que iba a misa está en el hospital, visitarla, una persona cumplió 25 años de matrimonio, celebrarla. Vivimos en una era tan del día a día, que nos olvidamos de que cada uno de nosotros es una historia de Dios, que tiene que ser celebrada por esa presencia. Tenemos que dejar de ser esa Iglesia melancólica, desapasionada”.
 
José Antonio recibirá el orden sacerdotal del diaconado en septiembre de este año 2019 y agradece a todos los lectores de Portaluz que desde ya recen por él.

 

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