Rubén Cedeño, venezolano, líder de "Metafísica"

La secta “Metafísica” capta adeptos a través de una Semana Santa distorsionada

14 de abril de 2022

La secta niega que Cristo muriera realmente, y quita todo el valor a la afirmación de la Resurrección.

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En los días previos a la Semana Santa se puede ver anuncios en las calles de algunas ciudades de países iberoamericanos, y sobre todo en las redes sociales, de retiros y conferencias con títulos como “El significado interno de la Semana Santa”, “7 Iniciaciones Crísticas”, “Jesús en Semana Santa” o “Conmemoración de la Ascensión del Maestro Jesús”. Sin embargo, los convocantes no son parroquias u organismos católicos, ni siquiera de otras confesiones cristianas. En los carteles puede leerse que la entidad organizadora es “Metafísica”.

 

Una mirada rápida a las publicaciones de Metafísica sobre la Semana Santa, puede hacer pensar que se trata de una entidad cuyos miembros comunican enseñanzas de sabiduría extraídas de la realidad histórica de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, que servirían para cualquier persona, sea creyente o no. Por ejemplo, sobre la Última Cena dicen que “Cristo es incluyente, abriéndole los brazos a todo el mundo sin discriminación”. O cuando sus 7 palabras en la Cruz las califican como “llenas de un inmenso sentido metafísico, que tienen que ver con nuestro proceso de vida”.

 

Sin embargo, la realidad es otra. Metafísica –o también llamada, según los lugares, Metafísica Cristiana– es una secta esotérica que emplea imágenes y contenidos del cristianismo para vaciarlos de su significado original y reinterpretarlos de forma simbólica, alegórica y oculta. Esto es lo que han hecho con los misterios de la Semana Santa, como veremos ahora.

 

El origen y la propuesta de una secta

 

 

El movimiento de la Metafísica Cristiana –o Gran Hermandad Saint Germain, entre otros nombres– nació a mediados del siglo XX en torno a las enseñanzas de la artista venezolana Conny Méndez (1898-1979), que se inscribe en la llamada corriente metafísica del esoterismo, y en el llamado “Nuevo Pensamiento” (New Thought), muy populares en la actualidad por la difusión de la Nueva Era. Aunque en realidad, sus raíces están en la Sociedad Teosófica, importante movimiento esotérico del siglo XIX.

Por su origen geográfico, este movimiento se implantó con rapidez en todos los países iberoamericanos, organizando multitud de cursos y conferencias y publicando gran cantidad de libros que popularizan las enseñanzas teosóficas. Precisamente más de 500 obras son las que afirma haber escrito el actual líder mundial de Metafísica, el también venezolano Rubén Cedeño, discípulo de Méndez en Caracas.

 

Según sus seguidores, el mensaje de Cedeño “se resume en el Pensamiento Positivo, el Conocimiento de Sí Mismo, el Cristo Interno, los Siete Aspectos de Dios y la Práctica del Perdón y el Amor Compasivo”. Como puede observarse, un lenguaje a medio camino entre la fe cristiana y la espiritualidad New Age.

 

Para entender lo que veremos a continuación –la manipulación consciente del significado de la Semana Santa–, debemos saber que, para la Metafísica, Jesús es “el avatar de la Era de Piscis”, uno de los Maestros Ascendidos, seres sobrenaturales que instruyen a la humanidad desde los planos superiores. A partir de 1954, Jesús habría sido reemplazado por el Maestro Saint Germain, que sería el avatar de la Era de Acuario. Existe un “Cristo Cósmico” que es la verdad de cada persona, y que se hizo especialmente manifiesto en Jesús de Nazaret. Y por supuesto que la secta cree en el karma y la reencarnación, asumiendo los postulados teosóficos.

 

Jesús no habría muerto realmente

 

 

En su libro El Nuevo Pensamiento, Conny Méndez explica lo que denomina el “Significado metafísico de la Semana Mayor”, partiendo de la idea esotérica básica –y, por tanto, totalmente ajena a la Biblia– de que “Moisés enseñó que eso que llamamos ‘Dios’ está dentro de cada ser”, y que la Trinidad hay que entenderla así: “la llama triple nos dice que la llama azul representa al padre, la llama rosa representa la madre y la llama amarilla representa el hijo, o producto de estos dos”.

 

Incluso se atreven a desvirtuar la verdad afirmando que Jesús durante su vida pública “explicó hasta la saciedad que la muerte no existe, que es sólo una idea que se puede superar, y llegó hasta el colmo de probarlo en carne y vida propia, poniendo el ejemplo frente a los ojos, dejando que lo ‘mataran’ con una espada en el corazón, y con todo eso, después de todo eso, comprobó que él ¡no murió!”. Así, la secta niega que Cristo muriera realmente, y quita todo el valor a la afirmación de la Resurrección.

¿Cómo pueden sustentar esto? Según Conny Méndez, “los textos bíblicos no dicen que Jesús murió en la Cruz; pues lo que dicen es que ‘entregó el espíritu’” y esto, en la perspectiva esotérica, significaría que “proyectó su cuerpo etérico o que se desdobló”. Esta lectura profunda sólo la conocerían los iniciados en Metafísica, los depositarios de un conocimiento especial del que carecería la humanidad en general y el cristianismo en particular. Desde esta superioridad, la gurú afirma: “el mundo corriente no ha podido leer entre líneas y ha continuado creyendo que el Maestro murió, fue sepultado y que resucitó al tercer día”.

 

Jesús no es Salvador, sino ejemplo

 

 

Conny Méndez continúa explicando que entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección “lo que realmente hizo el ascendido Maestro Jesús fue permanecer ausente del cuerpo físico y luego recuperarlo cuando hubo terminado la misión que fue a cumplir en los planos subastrales”. Y asegura que Cristo afrontó la Pasión y la Crucifixión “para dejar en la mente del planeta, la comprobación de que la muerte es sólo una idea que se puede superar como la superó él.

 

Algo que destaca en el discurso “metafísico” sobre la Semana Santa es la insistencia por relegar a Jesús a un simple Maestro. Superior a la humanidad, sí, pero sin carácter divino y sin una misión salvadora. Para el esoterismo de apariencia cristiana, Cristo no es el único Salvador (ni siquiera es un Salvador). Porque “nadie puede redimir a otro… Sólo se puede allanar el camino… pero cada cual tiene que hacer por sí solo la trayectoria”.

 

Y, en este sentido, afirman que: “el ascendido Maestro Jesús, manifestando ya externamente su Cristo interior, vino a allanarnos el camino, facilitarnos la tarea y abrirnos la puerta a esta era en que hemos entrado”. Pero cada uno ha de salvarse a sí mismo. Jesús es un simple ejemplo para cada ser humano: después de su Pasión y Muerte, “el que quiera y pueda elevarse, superarse y espiritualizarse, tiene el camino abierto”.

 

La interpretación simbólica de cada hecho

 

 

Por eso Rubén Cedeño afirma que “Jesús además de Maestro, fue un ‘Discípulo Mundial Modelo’ que ejemplificó para toda la humanidad las vivencias por las que ha de pasar un Estudiante Espiritual como discípulo en el proceso de las iniciaciones hasta conquistar la Ascensión”. Para el líder de la secta Metafísica, la Semana Santa significa “llevar la conciencia de la humanidad sobre la vida del Maestro Jesús, para hacer el esfuerzo en lo posible de pensar, sentir y comportarnos como Él”.

 

Las realidades históricas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, tal como las recogen los cuatro evangelios en el Nuevo Testamento y tal como las ha transmitido la tradición catequética, teológica y litúrgica de la Iglesia, son tomadas por la secta Metafísica y reinterpretadas en clave simbólica y alegórica. Si Cristo es, en el fondo, una realidad impersonal espiritual común a todos los seres humanos, los episodios de su Pascua no serían más que parábolas de lo que nos sucede a cada uno, enseñanzas teóricas sin base en unos hechos reales que le sucedieron a un hombre concreto (Jesucristo) en un lugar y momento histórico concretos.

 

La mirada de la secta Metafísica está puesta sobre todo en el Viernes Santo y en la Ascensión. En la secta se denomina a la crucifixión del Señor “la Gran Renuncia”, ya que equivale para ellos al rito de iniciación “donde morimos definitivamente al ‘yo personal’ dejando que sólo el Alma se haga presente como único objetivo de la vida”. Mientras que la Ascensión es para esta secta: “la real Liberación absoluta y definitiva de todo rastro de personalidad, apegos, deseos y pasiones. Salida de la rueda de la vida. Entrega definitiva al servicio de la humanidad por Compasión Infinita”.

 

Para hacernos una idea del discurso esotérico, veamos cómo se refiere Rubén Cedeño a las palabras de perdón de Cristo desde la cruz: “el perdón de Jesús en la Cruz fue realizado dentro de la efusión cósmica del Festival de Pascua y gracias a su actuación dentro del estado de Conciencia de la Unidad, se volvió UNO en conciencia con los que los torturaban y crucificaban y esto lo hizo un Príncipe de la Paz”.

 

Otro elemento importante en su comprensión de la persona de Jesús es la convicción que tiene la secta de que, en su infancia, habría sido instruido en los saberes ocultos de Egipto. Así lo cuenta Rubén Cedeño, poniendo sus palabras en la boca del discípulo amado al pie de la cruz: “Jesús se veía hermoso incluso cuando suspendió la respiración después de tres horas en el monte Gólgota, tal como Serapis Bey le había enseñado a hacerlo en Luxor a muy temprana edad”. Una vez más, niega la muerte real de Cristo, que simplemente habría aplicado una técnica oculta para simular su fallecimiento.

 

La falsificación esotérica, una vez más

 

Los grupos esotéricos y gnósticos contemporáneos coinciden en la estrategia de resignificación de los contenidos y términos de la fe cristiana, de manera que su uso de palabras como Dios, Cristo, oración, ángeles, meditación, fe, celebración… cambian totalmente de sentido. También es así su lectura de la Biblia, carente de todo rigor exegético e histórico. Se trata de lo mismo que hace la Antroposofía con el significado de la Navidad, tal como mostró Portaluz en un reportaje sobre las actividades navideñas de las escuelas Waldorf.

 

Como explica con mucha claridad Manuel Guerra en el Diccionario enciclopédico de las sectas, además de contar con una dimensión externa o exotérica, de carácter público, la Metafísica tiene “también la esotérica, que suele ser negada por los adeptos”. Por eso, teniendo en cuenta sus doctrinas, “no es, ni mucho menos, ‘cristiana’, sino una secta esotérica… impregnada del clima e ideas de Nueva Era con varias interferencias pitagóricas y gnósticas. Sostiene la ‘doble pertenencia’ o su compatibilidad con cualquier religión. Pero, de hecho, se considera superior a las religiones tradicionales, también al cristianismo”.

 

Por eso, las palabras críticas de Miguel Pastorino, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), no son ni mucho menos exageradas, al alertar de que Metafísica es “una confusa mezcla gnóstica y esotérica dentro del mismo cristianismo que busca diluir la fe cristiana en un magma de confusión, relativismo, ingenuidad y desinterés con respecto al sufrimiento ajeno y a los problemas sociales”.

 

 

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