Donald Trump, Durão Barroso y otros líderes mundiales, en el evento de una secta mesiánica

21 de septiembre de 2021

Los últimos movimientos de la Federación para la Paz Universal, pantalla de la "secta Moon", sobre la que los obispos católicos llevan décadas alertando por su peligrosidad.

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Los pasados 11 y 12 de septiembre se celebró en Corea del Sur el llamado “Rally de la Esperanza” (Rally of Hope), un evento retransmitido a todo el mundo, que contó con la participación de varios líderes mundiales con el objetivo de que hablarían sobre la paz y otros valores fundamentales para la sociedad actual.

Las dos figuras más destacadas en el programa fueron el anterior presidente de los EE.UU., Donald Trump, y el ex presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso (que también fue primer ministro de Portugal). Junto a ellos estuvieron otros antiguos mandatarios de la India, Filipinas, Serbia, Trinidad y Tobago y otros países.

En la publicidad previa al “Rally” se podía leer, como un asunto destacado, que además de los discursos tendría lugar la presentación de una nueva iniciativa “cuyo enfoque es la reunificación pacífica de la península de Corea”, llamada Think Tank 2022. Según sus promotores, aglutinará a “líderes de pensamiento y expertos de una variedad de campos” con el fin de buscar “soluciones hacia los desafíos más críticos de nuestro mundo”.

La realidad de los organizadores



¿Qué organismo convocó este particular acontecimiento? La información divulgada no aclaraba este punto. Está claro que no es fácil –ni barato– organizar un acto así, viendo la categoría de los ponentes. En español es imposible conocer este importante detalle, y sólo se lee que el encuentro está “auspiciado por la Dra. Hak Ja Han Moon”. En inglés al menos aparece un logotipo, cuya letra minúscula dice: “Universal Peace Federation” (Federación para la Paz Universal). ¿Quién es esta señora Moon, capaz de convocar un acto así, y flanqueada en las fotografías de rallies anteriores por personalidades de talla internacional?

No es otra que la viuda del coreano Sun Myung Moon (1920-2012), fundador –y líder hasta su muerte– de la secta de origen cristiano conocida durante muchos años como Iglesia de Unificación. Un movimiento que, protagonista de grandes controversias a partir de los años 60 del siglo XX, cambió su nombre por el de Federación para la Paz Universal, entre otras denominaciones de asociaciones y entidades pantalla para difundir su mensaje y hacer proselitismo. Los medios de comunicación se han referido de forma clásica a este grupo con el nombre de “secta Moon”, utilizando el apellido de su fundador, llamado habitualmente “reverendo Moon”. Sus seguidores han sido denominados “moonies”.

Un detalle que no se puede pasar por alto es que uno de los lemas del Rally de la Esperanza pregona: “por la realización de un mundo celestial unificado”. No dice “unido”, sino “unificado”, lo que remite directamente al nombre oficial original de la secta: Iglesia de Unificación.

Nuevo mesías y “Verdadero Padre” de la humanidad



Tras una apariencia de filantropía y promoción de valores (entre los que se encuentra el diálogo interreligioso, que promueve la secta de forma confusa para atraer a líderes eclesiásticos y religiosos y conseguir alianzas e influencias), el movimiento unificacionista continúa creyendo firmemente que Sun Myung Moon es el nuevo mesías que vino al mundo para completar la obra salvífica inacabada por Jesucristo. Éste habría fracasado como redentor al haber sufrido la muerte en cruz, sin poder cumplir su destino de casarse para demostrar al mundo una nueva forma de hacer familia.

Esto lo habría conseguido, por fin, el propio Moon en el siglo XX. Sus biografías indican que afirmaba haber recibido una revelación personal de Jesucristo en su adolescencia, en la que le indicaba su misión peculiar dirigida a toda la humanidad. Sus adeptos aseguran que “en esa visión, Jesús le pidió que continuara el trabajo que él mismo había comenzado sobre la tierra 2.000 años atrás. Jesús le pidió que completara la tarea de establecer el Reino de Dios en la tierra y traer paz a la humanidad”.

Marcado en su juventud por el sufrimiento de Corea a manos de Japón primero y después del comunismo, llegó a estar encarcelado dos veces, y tras su liberación y el divorcio de su primera mujer, fundó la secta en 1954 y se casó en 1960 con Hak Ja Han. A partir de entonces se considerarían los “Verdaderos Padres” de todos los seres humanos, también llamados por sus adeptos “Padres Celestiales”. Escribió El Principio Divino, que es la “biblia” de la secta, y empezó a enviar misioneros a otros países de Asia y a los EE.UU., y su movimiento comenzó a adquirir una importancia capital, sobre todo porque fue capaz de construir un imperio empresarial y financiero, unido a un gran potencial ideológico y político en la lucha contra el comunismo.

Influencia en el ámbito iberoamericano



Esto ha hecho que las actividades “religiosas”, políticas y económicas de la “secta Moon” no se hayan limitado al Extremo Oriente y a Norteamérica. El mundo entero ha sido el ámbito de influencia del movimiento unificacionista, y muy especialmente Iberoamérica. En los años 70, en una estrategia dirigida desde sus bases en los EE.UU., el grupo penetró en diversos países de la América hispana al amparo de regímenes militares, y creó diversas entidades que sirvieron para ir implantándose y aliándose con los poderosos de signo conservador. Entre ellas destacaron la Confederación de Asociaciones para la Unidad de las Sociedades Americanas (CAUSA) y la Asociación para la Unidad Latinoamericana (AULA), que llegaron a reunir a jefes de Estado y de Gobierno de diversos países, y que tuvieron su importancia también en España.

Su relevancia –conseguida por el prestigio y el nivel de algunos de los invitados a sus eventos, como ha sucedido este año con el Rally de la Esperanza– llegó hasta el punto de que en 1986 el entonces rey de España, Juan Carlos I, recibió en audiencia a varios ex presidentes de países iberoamericanos que estaban participando en la V Conferencia de AULA, celebrada en Madrid. No sólo eso: un año antes, los “moonies” consiguieron que el papa Juan Pablo II recibiera a algunos de sus responsables y adeptos, junto con mandatarios americanos, en audiencia privada. Dos ejemplos muy claros de las cotas que alcanzaron con estas organizaciones pantalla.

“Verdaderamente anticristiana”



Pese a este lamentable episodio de aprovechamiento de la Santa Sede para conseguir una mayor relevancia y proyección, lo cierto es que la Iglesia Católica siempre ha advertido a los fieles y a toda la sociedad de lo que se esconde tras la apariencia benéfica y solidaria de la Iglesia de Unificación. Por poner un ejemplo, justamente en 1985, el mismo año que la organización moonista AULA logró ser recibida por Juan Pablo II en el Vaticano, el nuncio del Papa en Madrid escribió una carta al presidente de la Conferencia de Religiosos de España (CONFER) para alertar sobre la participación de miembros de las órdenes y congregaciones católicas en los actos de la secta.

Además, los obispos de diversas partes del mundo han avisado sobre la “secta Moon” cuando las circunstancias así lo han hecho necesario. Desde finales de los años 70 fueron comunes las advertencias de los pastores de la Iglesia. Por ejemplo, en 1983 la Conferencia Episcopal de Honduras publicó una carta en la que prohibía a los sacerdotes y operarios laicos y “a cualquier persona que quiera seguir siendo católica” participar o colaborar en las actividades de CAUSA y de las otras entidades moonistas. Según la carta pastoral, la Iglesia de Unificación es “verdaderamente anticristiana” y produce “una especie de esclavitud material y espiritual”. No sólo eso: añadía que “es muy probable que hasta ahora CAUSA no haya manifestado aquí su peligro moral y religioso. Pero dadas sus tácticas, cuando esto suceda podría ser demasiado tarde para muchos”. Mensajes semejantes partieron en aquellos años de los episcopados de otros países como El Salvador y Panamá.

En la asamblea del Secretariado Episcopal de América Central de 1996, su entonces presidente, monseñor José Dimas Cedeño (arzobispo de Panamá), señaló que la Iglesia de Unificación “es peligrosa… es un lobo con piel de oveja que engaña a la gente con falsas promesas”. El prelado se hacía eco, de esta forma, de una carta pastoral de la Conferencia Episcopal de Panamá que precisamente se fijaba en el carácter anticristiano de la secta y en su labor política e ideológica. Una carta que aclaraba, además, que las críticas legítimas de la Iglesia Católica al marxismo “no pueden confundirse con el extraño anticomunismo de Moon”, cuya doctrina “tiene su base en un mesianismo religioso que nada tiene que ver con el evangelio”.

Confusión y proselitismo



El mismo año, la Conferencia Episcopal de Uruguay, preocupada por “nuevas situaciones de confusión y de proselitismo engañoso que han afectado la buena fe de cristianos” de diversos países a manos de la Iglesia de Unificación, publicó un comunicado señalando que las diversas asociaciones “fundadas por el Señor Moon no son instituciones neutrales en materia religiosa”, y que la secta “no puede presentarse como una Iglesia cristiana dentro del movimiento ecuménico, ya que “las ideas del Sr. Moon son una negación de nuestra fe cristiana”. Por ello declaraban que “ningún católico debe tomar parte en las actividades de la ‘Iglesia de la Unificación’ que destruye la fe cristiana, y tampoco en las instituciones de variado nombre en apariencia neutrales que promueve, pretendidamente en defensa de valores humanos fundamentales, pero en realidad para atraer adeptos para su movimiento religioso”.

Un año después, en 1997, era la Conferencia Episcopal de Paraguay la que alertaba, en una Declaración (que repetía en 1998), que la secta Moon, por un lado, “niega temas fundamentales de la fe cristiana y católica” y, por otro lado, sus actividades económicas “se oponen a nuestro modo de ser y conspiran contra la cultura cristiana de nuestro pueblo”. Por ello afirmaban de forma tajante: “ningún católico puede formar parte de esa iglesia ni participar de las actividades en las distintas organizaciones que promueve”. Y exhortaba “a todos los fieles a ser coherentes con la fe cristiana y católica y a mantener una postura crítica firme ante propuestas y prácticas que se les sugieran”.

En 2006, el arzobispo de Tegucigalpa, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, fue distinguido como “embajador de la paz” por una de las entidades pantalla de la secta, que pretendía entregarle el reconocimiento en un hotel de la capital de Honduras. La respuesta del pastor no se hizo esperar: rechazó el galardón, consciente de quiénes estaban detrás. Su obispo auxiliar, monseñor Juan José Pineda, explicó a los medios que el cardenal rechazó el homenaje al saber que detrás estaba el “reverendo” Moon.

Sus acciones “interreligiosas” de hoy
 
Actualmente, la Federación para la Paz Universal y otras diversas fachadas del movimiento continúan organizando eventos de tipo religioso en España y otros países, y ahora es la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) la que advierte sobre lo que se oculta detrás: una estrategia de proselitismo que, bajo la capa de diálogo y entendimiento, quiere implantar la idea de que Moon es el nuevo mesías para la humanidad. Sin ir más lejos, en agosto de 2020 la RIES informaba en su blog de que la secta había organizado en Madrid un evento interreligioso que llegó a contar con la participación de un sacerdote católico.

Por último, no podemos olvidar de que, como ya informamos hace tiempo en Portaluz, la Iglesia de Unificación está detrás de la triste historia del arzobispo católico excomulgado Emmanuel Milingo y de su falsa “prelatura” de sacerdotes casados, que sigue sembrando confusión en ámbitos católicos y de otras comunidades eclesiales cristianas.


 

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