Los extraterrestres de Sixto Paz: entre la New Age y la manipulación

25 de noviembre de 2021

Detrás de un discurso espiritual que puede parecer inofensivo se esconde, desde hace décadas, una realidad sectaria que busca resurgir.

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“Nuestro planeta está siendo visitado por muchas razas extraterrestres”. Estas palabras se pudieron escuchar recientemente en un programa de televisión en Perú. Las pronunció un personaje popular en estos temas, Sixto Paz Wells (n. 1955), que añadió –según recogía después Panamericana– que dichos alienígenas “están infiltrados entre nosotros desde hace mucho tiempo”.

 

Es habitual ver apariciones del autodenominado “ufólogo” peruano en medios de comunicación de Iberoamérica y España. ¿Qué hay detrás de sus entrevistas, libros y conferencias? ¿Alguna investigación seria? ¿Espectáculo oportunista? ¿Un gran negocio construido sobre una farsa? ¿O algo más?

 

El ayer y el hoy de un líder sectario

 

 

Si echamos la vista atrás, descubrimos que no se trata, ni mucho menos, de un advenedizo al campo de la “ufología”. Sixto Paz es el hijo de otra figura destacada en esto de los platillos volantes: Carlos Paz García, fundador y presidente del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias (IPRI), entidad que nació en 1955. Un joven Sixto secundó las huellas paternas fundando en 1974 la Misión Rahma, un grupo que, desde el principio, fue considerado una secta.

 

En efecto: la labor de la Misión Rama nunca se limitó a aspectos teóricos o (pseudo)científicos sobre la cuestión discutida de la vida extraterrestre… sino que su finalidad era preparar a los adeptos para ser receptores de mensajes procedentes de otros planetas. Para ello, Sixto Paz se basó en las técnicas –de relajación, respiración, concentración y meditación– que había aprendido en otra secta con la que trabó contacto: la Sociedad Internacional de Realización Divina. Uno y otro movimiento se ubicaban en la espiritualidad esotérica que ve a los extraterrestres como seres superiores, maestros de la humanidad para un cambio de conciencia personal y planetaria.

 

El inicio de la Misión Rama coincide con el supuesto “acontecimiento” que protagonizó Sixto Paz: la recepción de la primera comunicación alienígena, procedente de Ganímedes. El peruano aseguró haberse encontrado con el guía llamado Oxalc, y desde entonces se presenta como “contactado extraterrestre”. Después continuaron las revelaciones, recibidas telepáticamente por Sixto Paz, que compartía los mensajes con sus adeptos. Así fueron los primeros años de la secta, que oficialmente fue disuelta como grupo en 1985. Sin embargo, el gurú continuó difundiendo sus doctrinas y prácticas, manteniendo su liderazgo a distancia, con visitas periódicas a los núcleos de seguidores por toda América Latina y España, hasta el día de hoy.

 

Engañando a cristianos

 

 

Por lo tanto, no se trata de un investigador o divulgador del fenómeno OVNI, como otros muchos que hay a lo largo del mundo entero. En realidad, no sólo ha hecho de esto su negocio y su modo de vida, sino que está un paso más allá, pues además de un gran público de lectores y clientes, cuenta con un verdadero grupo de adeptos o seguidores fervientes en varios países. En ocasiones es fácil rastrearlo porque da conferencias públicas y aparece en los medios de comunicación, de manera que publicita los talleres y seminarios que realiza en los mismos lugares –de pago–, y en los que comparte las enseñanzas más reservadas de los extraterrestres. Otras veces, tal como hemos podido saber por ex adeptos y familias afectadas, sus visitas a los seguidores son más discretas, y hasta se aloja en sus casas (algo visto como un honor).

 

Un análisis concienzudo de la documentación disponible nos revela que nunca hubo discontinuidad entre la Misión Rama y lo que siguió después de su supuesta desaparición. Al poco tiempo del corte, sucedió lo que contaba en uno de sus libros el P. Julio César Elizaga, sacerdote uruguayo experto en sectas: “durante el año 1986, varias personas conocidas mías fueron sigilosamente invitadas a participar en unas reuniones donde, después de unos momentos de oración y recogimiento, se les invitaba a entrar en contacto telepático con los extraterrestres y a dejar que ellos les guiaran la mano automáticamente, tratando de poner por escrito los mensajes de los ‘Hermanos Mayores del Universo’”.

 

Un corpus doctrinal determinado

 

 

Cualquiera que lea o escuche al más célebre “contactado” peruano podrá observar que sus enseñanzas se encuadran perfectamente en el esoterismo de la Nueva Era (New Age). Pero no es nada nuevo en él. Distintos autores católicos han alertado sobre la confusión que puede haber. Ya en 1995, el P. Francisco Sampedro Nieto analizaba con todo detalle las doctrinas de Sixto Paz y de su –ya oficialmente extinta– Misión Rama, subrayando su sincretismo. En su libro Sectas y otras doctrinas en la actualidad, publicado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), este experto afirmaba que “examinando el pensamiento de esta secta, se encuentran diferentes ideas procedentes del cristianismo y de religiones orientales”.

 

En el centro están, por supuesto, “las revelaciones hechas al fundador del grupo a través de contactos con los hermanos mayores o guías”, en palabras de Sampedro. Su contenido está abierto y se va conociendo de forma progresiva, porque Sixto Paz es el depositario de dicha revelación, que le es transmitida por escritura automática. Y se va guardando también en otro plano de realidad: en los llamados “registros akáshicos”, un elemento recurrente de la Nueva Era.

 

Algo que puede confundir en el sincretismo de Sixto Paz son sus referencias a Dios y a Cristo. Según él, Dios es el creador de todo, “se presenta en la sencillez y la simplicidad de la naturaleza”, y “tiene un Hijo que vino al planeta tierra procedente de las Altas Esferas Celestes” para hacer despertar al hombre y mostrarle el verdadero conocimiento. En definitiva, tienen un concepto panteísta de Dios (toda la realidad es divina, todo es Dios) y una visión reduccionista de Jesús, como maestro y modelo de la humanidad, pero nada más.

 

La secta también cree en la reencarnación, ya que la salvación del ser humano –su ingreso en la vida eterna– requiere llegar al “séptimo plano” de la evolución, y las diversas vidas serían oportunidades para el autoperfeccionamiento. Todos estos aspectos (panteísmo, Cristo no divino, reencarnación) son típicos de la cosmovisión New Age y los comparte la mayor parte de grupos esotéricos de este ámbito.

 

Por eso el P. Francisco Sampedro afirmaba tajantemente en los años 90 que no es posible armonizar las doctrinas de Sixto Paz con la fe cristiana: “existe sincretismo y una supervaloración del esfuerzo del hombre por llegar a ser una especie de superhombre”. No sólo eso: yendo al núcleo de la cuestión, este sacerdote recordaba que “el hombre no se salva por sí solo. Necesita de Dios y de los medios que Él mismo nos dejó. Entre ellos, no figura la comunicación con los extraterrestres”.

 

En la misma época, otro destacado experto en sectas, el P. Julián García Hernando, tras analizar los escritos y las grabaciones de la Misión Rama, explicaba en España que algunos adeptos de Sixto Paz “no han renegado de Jesucristo. Creen que pueden compatibilizar ambas doctrinas, pero en realidad son dos cosas difícilmente conciliables”.

 

Una escatología extraterrestre

 

 

Según Sixto Paz, la humanidad comenzó un movimiento de “ascensión-evolución hacia planos superiores de conciencia” en 1975, algo que culminó diez años después –justo cuando “se disolvió” la secta–, dando paso así a la “Misión Humanidad”, los tiempos del fin del mundo, un acontecimiento de resonancias milenaristas. A partir de ahí, y antes del año 2000, tendría lugar la gran catástrofe final, provocada por el paso de un astro cerca de la Tierra. La posibilidad de salvación estaría, cómo no, en la Misión Rama, en la secta de Paz: los extraterrestres se llevarían a los elegidos en sus naves espaciales con dirección a Ganímedes. Allí permanecerían el tiempo necesario para repoblar después la Tierra.

 

Para ello, según relataba el P. Elizaga en su estudio sobre esta secta, “el plan de los instructores y del gobierno de Morlen [nombre dado por Sixto Paz a uno de los satélites de Júpiter] era preparar gente para enviar a la tierra en el mes de agosto del año 1987. Esta gente sería infiltrada, para poder ayudar a la comunidad a fin de despertar la conciencia y lograr una transformación colectiva”. Nada de esto ha pasado, pero el contactado ha seguido con su predicación y su negocio.

 

Como es habitual en las sectas de tipo apocalíptico y milenarista –que, como vemos aquí, no tienen por qué limitarse al entorno cristiano, sino que también aparecen en la Nueva Era–, rápidamente se “olvidaron” estas predicciones catastrofistas, pasando a otros anuncios más “ligeros”. Algunos estudiosos han explicado lo que les ha pasado a líderes sectarios como Sixto Paz: la necesidad de adaptarse a la situación –el fracaso rotundo de su profecía– los lleva a reelaborar su mensaje en clave de “cambio de conciencia” o de “ascensión planetaria” invisible. El gurú viene a decirnos que si nuestros sentidos nos dicen que todo sigue igual, nos engañan, porque ha habido una transformación cósmica fundamental.

 

Sin ir más lejos, esto es lo que decía Sixto Paz en 2008 a su paso por España (recordemos: después del falso fin de los tiempos): “Nuestro mundo se acerca hacia el ‘Giro del Tiempo’, o la llamada ‘Sincronización de los Tiempos’, una suerte de Parto Planetario con un nacimiento colectivo de la humanidad hacia un estado de conciencia superior, por lo que los cambios que son de carácter cíclico se van a incrementar en los próximos años”. El año 2012 fue ocasión para el contactado peruano –igual que para otros muchos gurús– de publicar libros y dar conferencias aprovechando el reclamo del supuesto fin del mundo del calendario maya. En aquel momento hablaba de “un real despertar de conciencia y un verdadero catastro de fe (‘catástrofe’)”. Las nuevas versiones del mismo engaño de siempre. Y miles de personas en todo el mundo víctimas de los delirios de un líder sectario aparentemente inofensivo.

 

 

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