Ex Testigo de Jehová invita a “tomar coraje y explorar los caminos del Señor fuera de la secta”

14 de enero de 2022

Ésta es la historia de una mujer argentina que entró en los Testigos de Jehová tras “estudiar la Biblia” con ellos en su juventud y permaneció más de 20 años en esta secta. Hoy se prepara para bautizarse en la Iglesia Católica.

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La argentina Norma Beatriz González, es una catecúmena –persona adulta que está siguiendo un proceso formativo en la fe para bautizarse en la Iglesia– que ha vivido un complicado recorrido vital hasta encontrarse con Dios. Desde 1989 a 2010 perteneció a los Testigos de Jehová y, tras descubrir los engaños de esta secta, decidió compartir en Portaluz su experiencia. “Una alerta”, dice, que puede evitar sufrimientos a muchos.

 

Así sucedió la captación

 

Aunque sus padres eran católicos, ella no recibió el bautismo. A los 7 años perdió a su padre y empezó a vivir con otros familiares, sin estabilidad residencial ni posibilidades de acudir al catecismo. A los 17 años comenzó una relación de pareja, se casó poco después y tuvo dos hijos (más tarde nacerían otros dos). “Entonces me visitó un viejito hablándome del Reino de Dios. Era un tiempo en el que acá en Argentina había una crisis económica muy grande y estábamos sin trabajo, sin medios y en una situación difícil. Me llamó la atención aquello del Reino y acepté una segunda visita”, recuerda.

 

En la espera de la siguiente visita domiciliaria, “tomé la Biblia y leí el Apocalipsis. Entonces empecé a decir: ‘Ay, si esto va a pasar, es mejor que nos muramos antes’. Por eso no quise recibir al viejito. Acabó atendiéndolo mi marido, que comenzó la semana siguiente un Estudio de la Biblia con los Testigos de Jehová”. Cuando Norma Beatriz vio la cantidad de libros que utilizaban, les preguntó: “¿Con estos libros se puede entender la Biblia?”. Al contestarle el captador de los Testigos de Jehová que sí, recuerda, “decidí empezar con ellos. Me uní y, como éramos matrimonio, nos pusieron a estudiar juntos el libro Usted puede vivir para siempre el paraíso en la tierra”.

 

“Para mí era todo nuevo”, reconoce, “y me gustaba leer la Biblia y creer que entendía todo esto”. La captación ya estaba en marcha. “A los pocos meses comenzamos a reunirnos y llevábamos a nuestros hijos”. Como su situación laboral y económica mejoró, lo interpretaron como una bendición de Dios. Y estando ella embarazada de su tercer hijo, se bautizaron como Testigos de Jehová. Corría el año 1991. Para cuando nació la cuarta hija, toda esta familia participaba en las actividades y cultos de la secta.

 

Así reaccionaron a su crisis de conciencia

 

 

Sin embargo, hacia 2009 Norma Beatriz comenzó a tener una crisis. “Mi duda más fuerte era salir a predicar. Al principio yo lo hacía con todo entusiasmo porque pensaba: ‘cuando la gente escuche que el Reino de Dios va a gobernar la tierra, tiene que aceptarlo, lo va a recibir maravillada igual que lo hice yo’. Pero empecé a ver que no era así, y si la salvación llegaba solamente siendo Testigo de Jehová… yo veía que era muy poca la gente que aceptaba el mensaje… ¡no podía ser que Dios manejara las cosas así!”.

 

Cuando planteaba estas cuestiones a los ancianos (responsables de las congregaciones), “la respuesta era siempre que yo era muy nueva, que no entendía, que ya Dios me haría entender… Y yo seguía esperando, paciente”. Al verse sin salida, comenzó a acudir a una psicóloga que –obviamente– era Testigo de Jehová (así se le hacía más fácil, porque “ir al psicólogo no estaba bien visto” en la secta). Sus correligionarios opinaban que su problema era espiritual: “tenía que leer más la Biblia, salir más a predicar… Yo lo hacía, y me sentía cada vez peor”.

 

Norma Beatriz se sentía mal. Dejó de participar en algunas de las reuniones de los Testigos de Jehová, para descansar. “Eso me hacía bien, al contrario de lo que yo creía. Cuando volvía a ir, me hacía mal. Tuve ataques de pánico estando en las reuniones, llegando a salir corriendo con desesperación para irme a mi casa”, confidencia ahora. Por ello acudió a una psiquiatra, que le recetó medicación para su trastorno de ansiedad generalizado –tal como se le diagnosticó–.

 

Ruptura con su vida anterior

 

 

En aquel momento pudo pensar con tranquilidad sobre su propia vida, y una de las consecuencias fue poner fin a su matrimonio, ya que la influencia de las doctrinas jehovistas sobre la pareja y la sexualidad desvirtuaba las relaciones sanas entre ellos. “Cuando le dije a mi ex marido que me quería separar, vinieron los ancianos de la congregación acusándome de que la causa era que yo estaba con otra persona, lo cual era falso: ‘Me acusan de adúltera, cuando no es así’. Además de echar sobre mí la culpa de que mi marido pudiera ser adúltero”.

Una vez que tomó la decisión, se fue a vivir con su madre y se llevó con ella a su hija menor, que entonces tenía 8 años. Poco después conoció a un hombre con el que comenzó una relación. Era católico, pero no practicante. Cuando Norma Beatriz le contó su historia, “nos pusimos a ver juntos vídeos que desenmascaran a esta secta, y empecé a entender cómo funciona y lo coercitiva que es”. Descubrió en él a “un gran compañero, alguien que siempre me escuchó, me consoló, y analizamos juntos las cosas”.

 

La salida de la secta y sus consecuencias

 

 

Por otro lado, “cuando yo me fui de la secta, comencé a fumar. Como sabía que mis hijos se iban a enterar, yo misma mandé una carta diciendo que hasta la fecha de escribirla, había sido fiel a todo lo que la organización de los Testigos de Jehová marcaba, pero en tanto que había empezado a fumar, ya no me consideraba Testigo. Justamente hice eso para no pasar por el dolor de que fueran mis hijos quienes me denunciaran, porque es algo muy común en la secta: delatar a quien incumple las normas”.

 

Acto seguido, llegó para esta mujer argentina lo que los testigos de Jehová denominan “desasociación”. Así lo relata: “fui expulsada sin que ni siquiera hablaran personalmente conmigo. Eso me llamó mucho la atención: la poca importancia que le daban al condenar a alguien a la muerte eterna. Porque los Testigos no creen en la inmortalidad del alma, así que quien muere condenado no tiene perspectiva”.

 

Una vez que fue expulsada, sucedió lo habitual entre los miembros de esta secta milenarista: “mis tres hijos mayores dejaron de tener contacto conmigo. Eso fue un golpe muy grande para mí, ver que mis hijos no iban a hablar conmigo. He intentado hacerlo muchas veces, pero con el mayor fue especialmente imposible”. Por ello Norma Beatriz ha necesitado de terapia psicológica para poder manejar la situación, y ahora, más de una década después, afirma que “no es algo que se supera, sino con lo que se aprende a convivir. Al menos, hoy puedo hablar del tema sin quebrarme y llorar, pero es muy doloroso. Uno trae a sus hijos al mundo, los ama con todo su ser desde el comienzo… y es difícil vivir luego esto”.

 

Vídeos de sacerdotes y camino a la Iglesia

 

Volviendo a la época en la que consultaba materiales críticos sobre los Testigos de Jehová en pareja, llegó un momento en el que “él comenzó a ver vídeos del Padre Luis Toro”, de tipo apologético. “Yo los miraba, pero sinceramente no tenía pensado afiliarme a ninguna religión. Me habían invitado a acudir a algunas iglesias evangélicas, pero la experiencia de haber sido Testigo de Jehová era suficiente”, reconoce.

 

“No quería pertenecer a ninguna religión”, reitera Norma Beatriz. “Pero como Dios es muy suave con todo –otra cosa que aprendí–, uno no se da ni cuenta del cuidado que tiene al tratarnos, producto de su gran amor”. Más adelante, le llegó un vídeo del P. Javier Olivera, sacerdote argentino. “El vídeo hablaba de ‘la intolerancia de la verdad’. Otro que escuché después trataba sobre los medios ordinarios y extraordinarios que Dios tiene para acercarnos a Él. Reflexionando sobre eso, pensé: ‘estas verdades son profundas’. En uno de los vídeos afirmaba que lo que nos atrae de las sectas son las ‘porciones de verdad’ que hay en ellas”.

 

De las redes sociales a la participación parroquial real

 

 

Entonces, ella se dijo: “tengo que darme la oportunidad de encontrar la verdad completa. Porque yo me decía: ‘he entrado en una secta en la que ahora mis hijos están atrapados’, y me culpaba por todo ello. De forma que tampoco me permitía darme la oportunidad de buscar a Dios más profundamente”. Un día se atrevió a dar el paso de escribir al P. Olivera a través de un mensaje privado de Twitter. “Le pedí ayuda para acercarme a la Iglesia Católica, puesto que yo sentía que tenía que hacer una limpieza en mi mente, en mi cabeza y, por supuesto, también en mi corazón y en mi alma, de los errores que había aprendido con los Testigos de Jehová”.

El sacerdote argentino le contestó, invitándola a que se acercara a una parroquia cercana a su casa. Norma Beatriz contactó con el párroco, preguntándole por WhatsApp el horario de Misas. Y allí acudió el domingo con su pareja, que hacía muchos años que no iba a la iglesia. “Tras mi primera entrevista con el Padre Leonardo, en la que le conté mi historia, empezamos a reunirnos formalmente para analizar el Catecismo, con periodicidad quincenal”, nos cuenta. Además, no ha dejado de acudir a la eucaristía –realizando la comunión espiritual, ya que aún no puede comulgar–, y también visita regularmente el Santuario de la Virgen de Luján.

 

Crecer en el conocimiento de la verdad y en la confianza

 

Otros materiales que utiliza para alimentar su fe son los que publica un obispo español muy activo en Internet, monseñor José Ignacio Munilla. Sobre todo, destaca “su explicación del Catecismo punto por punto, que me ayuda a sacar los errores e ir poniendo las verdades de la Santa Iglesia que Cristo fundó. Así que espero seguir progresando y contarles en breve que ya soy católica, porque me estoy preparando con ilusión para recibir la iniciación cristiana (los sacramentos del bautismo, la confirmación y la primera comunión)”.

 

Al dar a conocer su testimonio, Norma Beatriz desea que “ayude a otros a tomar coraje y explorar los caminos del Señor fuera de la secta”. En cuanto al gran dolor de su vida –haber perdido el contacto con tres de sus cuatro hijos al ser expulsada de la secta–, hoy piensa que “todo lo que ha pasado responde a algo; Dios sabrá por qué lo permitió. Sabemos que tiene un camino marcado para nosotros. Eso me ha consolado y me ha ayudado a dejarlo todo en sus manos. Al igual que yo lo encontré a Él, mis hijos también tendrán la oportunidad de llegar a Dios, si realmente lo buscan”. Ésta es su esperanza como madre creyente.

 

 

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