Bienaventurados los que creen

Salvó del cáncer con una terapia triple: rosario, comunión diaria y la gracia de Dios

11 de septiembre de 2013

Cuando la ciencia la había desahuciado, su fe y la misericordia de Dios se manifestó. Hoy es ministra de comunión y participa en grupos de alabanza carismática en Perú.

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Nelly Seminario Ledesma goza entregando la comunión a enfermos postrados en Trujillo, Perú, y participa en un grupo de la Renovación Carismática. En sus tiempos libres se deleita jugando con sus nietos en casa. Con 65 años a cuestas, juega como una niña más y podría pasar horas viviendo el cariño, dice, sin que le detengan, “porque soy la mimada de la casa”. Su vitalidad -señala- fue inspirada luego de haber recibido por segunda vez el don de la vida. Hoy su pasión es acompañar a Cristo sacramentado y rezar el rosario. 
 
El amor por su nieta la fortalece

Cierto día del mes de mayo de 2003 luego de almorzar con unos amigos, Nelly sintió un malestar en el vientre. No le prestó atención, pero al cabo de unas horas los dolores la llevaron hasta la zona de urgencia en un centro hospitalario de Lima. Tuvo entonces una desagradable sorpresa. “Me detectaron un tumor de 10 centímetros, ubicado sobre mi riñón derecho y una ramificación que ascendía por la vena cava, que estaba a 2 centímetros de entrar en mi corazón. Aunque era riesgoso, me operaron de inmediato, no sin antes advertirme los médicos que podía morir en el quirófano o en cuidados intensivos. No sabían si podría salir con bien”.
 
Pero ocurrió que luego de una serie de exámenes previos a la operación, los médicos tomaron la oportuna decisión de derivarle al Hospital de Neoplásicas en Lima. Allí, dice, Jesús utilizó las manos de uno de los mejores médicos cirujanos de tórax, el doctor Edgar Amorin Kajatt, para extirparle el tumor canceroso en tercer grado, más su ramificación y la totalidad de su riñón derecho. “Dios en su infinita misericordia, permitió que la operación fuera un éxito”.
 
Vino luego el desafío de vivir con el temor a la muerte, temerosa de no poder disfrutar la nieta que pronto llegaría… “Mi hija Iba a dar a luz al mes siguiente y mi temor era perder la vida, ¡no conocer siquiera a mi primera nieta! Ese era mi temor, perderme a mi nieta, más que la enfermedad”.
 
Enfrentando la muerte

En los meses siguientes a la intervención quirúrgica, Nelly se sometía a exámenes periódicos y nuevamente hubo de enfrentar que la vida es apenas un soplo…. “Descubrieron un agresivo tumor en el hilio pulmonar derecho. Un especialista me dijo entonces, «este tipo de cáncer no tiene cura, solo un 10%, llega a sobrevivir más de cinco años»”. Pero confiada en su Dios pudo llegar nuevamente a encontrarse con el doctor Amorín, que antes la había operado. “Me extirpó el nuevo tumor, me recuperé lentamente y Dios me regaló cuatro lindos años más de vida en los que pude dar testimonio de su obra en mí…”.
 
Inmediatamente después de ser operada, Nelly destaca que sus hermanos de comunidad le “traían la comunión a la casa, porque no podía salir. Recibí el cuerpo de Cristo todos los días y recé por mucho tiempo el rosario. Lo hice individualmente, desde el corazón”.
 
Al cabo de unos años, el cáncer atacó de nuevo. Ella siguió orando y confiando. “Apareció un tumor metastásico en el mismo sitio del pulmón extirpado, en julio del 2008. También fue extraído junto con una parte del lóbulo superior”, recuerda.  Cuando repasa su historial médico, le resulta imposible no conmoverse y afirma que siempre avanzó de la mano con Cristo. “El me dio la fuerza para caminar día a día”, señala.
 
La voluntad de luchar por la vida no claudicó, asegura, pese a la adversidad, porque “una calurosa tarde del verano de 2010 sentí un leve silbido en el pecho que me dificultaba respirar”.  La llevaron de inmediato a un centro de salud donde ordenaron una tomografía de tórax. “Tenía un nuevo tumor, agresivo, con células necrosadas, que obstruía el bronquio mayor derecho, y que estaba avanzando hacia el izquierdo, cubriendo gran parte del hilio pulmonar”.
 
El diagnóstico no era alentador y la desahuciaron. “Fuimos al hospital de Neoplásicas, y luego de analizar la tomografía, los médicos me dijeron que no había nada que hacer. Las células malignas eran muy agresivas. No me sometieron a radioterapia, ni cirugía, ni quimioterapia. No había medicina para controlar este tipo de cáncer”.
 
Una medicina con sabor a Dios

Los médicos le indicaron regresar a la ciudad de Trujillo para que allí, en casa, le aplicaran lo único que se podía hacer por su cuerpo… tratamiento para el dolor.  “Pero Dios guió nuestros pasos al consultorio del doctor Amorin, quien me había operado del pulmón las dos veces anteriores y nos dijo «¡Es verdad, no se puede operar, pero el tratamiento de quimioterapia oral que estamos probando desde hace cuatro años podría dar resultados!»”.
 
“Me abandoné a la voluntad de mi Señor –dice Nelly-, rezaba el rosario, comulgaba a diario y tomaba la medicina. Este medicamento tiene varios efectos negativos que molestan un poco, pero ¿qué hacer?, hay que ayudarle un poquito a Dios y poner de nuestra parte”.
 
Luego de unos meses de tratamiento, en agosto de 2011 viajó a Lima y los exámenes de control señalaron que “milagrosamente el tumor que habitaba allí había desaparecido. Por más que buscaban no lograron ubicarlo. Los galenos manifestaron que se trataba del primer caso de remisión total del tumor en ese hospital. Fue una sorpresa para los médicos. Para mí una señal -a compartir con quienes no tienen fe-, del poder de Dios. Está presente y actúa siempre. Gracias al cuidado y el cariño de mi familia, las misas diarias, los rosarios junto a las personas que amo y me aman, me escuchó y recibí por segunda vez el regalo de la vida que conservo hasta ahora”.

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